Capítulo 4

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Ver como entornaba los ojos y apretaba los labios de dolor me hizo sentir aún peor. Nunca había sido así de agresiva, siempre le gritaba a mi hermano, pero nunca lo he hecho sangrar, nunca le he arrojado ninguna piedra ni lo he lastimado en alguna herida. No suelo golpear a las personas, bueno... solo de vez en cuando, pero nunca a extraños.

—¿Estás bien? —preguntó su hermana desde afuera.

—Sí, sí estoy bien.

—¿Has visto a Anahí? Mamá me dijo que iba a preparar el almuerzo.

—Ah... sí es que... —levantó la cabeza y miró su reflejo en el espejo—. Le pedí que fuera a buscar algo a la cochera, seguro no lo encuentra.

—¿Quieres que vaya a ayudarla?

—¡No! —gritó de inmediato—. Deja que lo haga sola, así aprenderá, además se lo expliqué muy bien, no debe tardar.

—De acuerdo, estaré en mi habitación.

—Revisa el cuaderno de matemática de Florencia por favor, iré en un momento.

Su hermana respondió con un "de acuerdo" y oímos como sus pasos se alejaban de la puerta. Yo estaba en un rincón con los ojos muy abiertos ¿Qué demonios acaba de pasar? Me limpié la boca con papel higiénico, no había nada que limpiar pero sentía mucho asco, le pasé la toalla de mano y él la aceptó. Apretó la herida con ella y se recostó por la pared con la cabeza agachada.

—Así que... no mientes —le dije por fin.

Levantó la cabeza y nuestras miradas se cruzaron en el espejo, no estaba nada contento. No lo culpo, yo tampoco lo estaría.

—No suelo mentir —giró—. Vete a la cocina y no salgas hasta que esa comida este lista.

—Tampoco te pedí que lo hicieras.

—¡Me tienes harto! —gritó abriendo la puerta—. Tienes razón, apenas mis padres lleguen les diré lo que hiciste, ahora vete.

Apuntaba en dirección a la cocina y el miedo volvió a mí. ¿Qué me costaba decir un maldito "gracias"? ¿En verdad les diría a sus padres? Se veía y se oía tan seguro que era evidente que apenas sus padres pisen la casa les cantaría todo con lujo de detalles. De acuerdo, este primer día está siendo todo un desastre. Fui a la cocina y empecé a preparar el almuerzo, no podía dejar de pensar en cuál sería mi castigo por haber lastimado al hijo mayor a tal punto de hacerle sangrar. ¿En qué infierno estoy metida?

Lo que dijo Oliver era cierto, agarrar los cubiertos al principio fue una tortura, al menos no tuve que picar las verduras, porque me encontré con una trituradora increíble. Traté de cuidar todos los detalles, el gel que me puso Oliver realmente había funcionado, a medida que pasaba el tiempo, sentía menos dolor y ya no molestaba como al principio. Me concentré en lo que estaba haciendo, después de todo, cocinar es de las cosas que me gusta hacer y no es que haya una larga lista de las cosas que me gustan hacer, pero esto definitivamente no me disgusta y mucho menos teniendo los buenos materiales e ingredientes que tiene esta familia.

Terminé la comida a tiempo, Oliver volvió junto a mí para colocar la mesa. No me miraba, no me hablaba, simplemente me ignoraba. Oí que la puerta principal se abría seguida de la voz del papá llamando a sus hijos para que ayudasen a bajar todo lo que compraron. Cuando me acerqué a la puerta alcancé a ver qué Oliver les decía algo, tal vez lo hubiera oído si no fuera por Bravo que no dejaba de ladrar.

Entre todos bajamos lo que se había comprado, eran cosas de uso personal y ropa, la señora me entregó una bola con algunas prendas y me dijo que era para mí. Luego se terminaron de arreglar los detalles para sentarnos a comer, yo estaba demasiado sumisa, era como si Oliver me tuviera en sus manos aunque por su expresión él no estaba muy divertido.

-¿Lo prometes? -Lo prometoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora