Capítulo 45

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Luego de un poco más de hora Jeff se acercó a nosotros, nos contó que Miranda y la niña estaban bien, que la llevar para un control y que ella estaba descansando. Miró con algo de vergüenza a los padres disculpándose, porque Miranda le pidió a él que pasara la noche con ella y él accedió. Con esas buenas noticas, el resto volvimos a la casa cerca de las dos de la mañana, después de dejar a Sam y a Jacobo en la casa de este último, porque él dormiría allí. Paul y Martha subieron a sus habitaciones, Richard cargaba Florencia en brazos que hacía horas se había quedado dormida.

—¿Por qué no vamos a mi casa? —preguntó rodeándome la cintura con los brazos—. Tal vez podamos darnos un baño, juntos y luego dormir —lo propuso besando mi cuello, así que no podía tomarlo tan en serio.

—Suena interesante, pero tus padres me buscarán para ir al hospital en la mañana —susurré ladeando la cabeza para que él tuviera un mejor acceso a mi cuello, al hacer eso sé que él tampoco me tomará en serio esa negativa.

—Pues les diéremos que ya estamos en camino, no tienen porqué enterarse que no dormiste aquí.

Subí a mi habitación para buscar ropa limpia y mis artículos de aseo personal, pues, no iba a necesitar más, salimos de la casa cerrándola con la llave que él tenía, subimos a su auto y nos dirigimos a la suya. Apenas abrió la puerta pegó mi cuerpo contra ésta y nos empezamos a besar con ansias, con desespero, como si no lo hiciéramos hace meses. Subimos a su habitación entre besos y unas risas tontas, lo que le siguió a aquello fue una madrugada fenomenal.

«»

Íbamos camino al hospital, le mandé un mensaje a Richard preguntándole por sus padres, respondió que me habían buscado, pero que él les dijo que ya me había ido al hospital con Oliver hace un rato, porque eso decía el mensaje que el hermano mayor le mandó, pidiéndole que nos hiciera ese favor, él contestó con un emoji pícaro y un pulga arriba. Efectivamente llegamos antes que el resto, preguntamos si podíamos entrar a ver a Miranda, la enfermera nos acompañó hasta la habitación y cuando entramos, ella sostenía a un bulto entre sus brazos, Jeff estaba recostado en la cama con la mitad del cuerpo dentro y uno de sus brazos rodeando a la chica que sonreía de una forma que jamás había visto.

—¡No puede ser! —susurré con la voz chillona—. ¡Mírala!

—¿Ya pensaste en un nombre? —preguntó su hermana hablando muy bajo, alargando el cuello para verla—. ¿Cómo te sientes?

—Estamos bien, las dos —sonrió—. Se llama Laia.

Miré a Jeff y él sonrió cuando Miranda lo dijo. No era momento de hacer preguntas, ni de demostrar emoción por otra cosa que no sea esa pequeña niña rosadita. Media hora después Paul y Martha llegaron con Richard y Florencia, así que Oliver y yo decidimos salir para no llenar la habitación de una vez. Para haber dado a luz hace un par de horas, Miranda se veía bien, sin duda mejor de lo que yo esperaba. Un par de horas más tarde y luego de que tanto la nueva madre como la hija terminaron de comer, Lucca y Beatriz llegaron con regalos para la pequeña, Sam y Jacobo hicieron lo mismo, pero esperaron fuera de la habitación a que los otros visitantes salieran y que volvieran a alimentar a la bebé, el único que no salió un paso de la habitación, ni siquiera a la hora de amamantar, fue Jeff. Aquello era una escena conmovedora, alegre y refrescante, sin duda.

Jeff salió de la habitación por primera vez a las tres de la tarde, cuando Sam y Jacobo ya se habían ido, Richard y Florencia se fueron con ellos, mientras que Oliver y yo decidimos quedarnos a deambular por la zona, por si se les ofrecía algo. El chico tenía una sonrisa que probablemente no se borraría ni con el fin del mundo ocurriendo ante sus ojos.

—¿Son novios? ¿Tienen algo? ¿Te mudarás a la casa? ¿Piensan casarse?

—¡Vaya, con calma! —respondió riendo—. Eso espero... pero no lo sé, no es el momento para hablar de eso, pero el hecho de que me haya querido allí todo el tiempo es... suficiente para mí, no puedo pedirle más en una situación como esta.

-¿Lo prometes? -Lo prometoWhere stories live. Discover now