Capítulo 20

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Cuando estuve lista bajé a desayunar, había tanto silencio que no sabía si estaba respirando muy fuerte. Me serví una taza de café, Oliver estaba picando fruta, Richard masticaba su cereal con leche con tanta pereza como fuera posible, los padres ya no estaban, Florencia era la única que parecía actuar con normalidad. Miranda entró a la cocina con el celular en la mano, mandaba mensajes a toda velocidad como si la conversación fuera lo más importante que tuviera en ese momento.

—Yo terminé —dijo Richard poniéndose de pie, arrojó su tazón vacío a la pileta de los cubiertos, menos mal era de plástico.

—Richard... —Miranda lo llamó y éste apenas volteó a verla.

—Dije que ya terminé.

Se colgó la mochila en su hombro y salió de la cocina, Miranda no tardó en hacer lo mismo, solo agarró una manzana para salir casi corriendo, la puerta de la casa se cerró con fuerza y yo miré a Oliver, él disfrutaba de su fruta picada en cuadritos y yogurt como si su hermana menor y embarazada no hubiera salido corriendo de la casa con una manzana en la mano.

—¿No deberíamos detenerla?

—No —respondió encogiéndose de hombros—. Ella ya es adulta.

—No es adulta Oliver, tiene mi edad y y no soy adulta.

—Pero tú no tienes un bebé en el vientre —dijo terminando su desayuno—. Te esperamos en la sala.

Oliver salió de la cocina y Florencia lo siguió, ella ya había bebido toda su leche pero seguía comiendo sus galletas de avena. Terminé mi taza de café y agarré las últimas dos galletas de avena de Florencia, espero no le moleste. Fui a la sala y antes de que pudiera decir algo Oliver salió de la casa, no entendía si estaba molesto, triste, frustrado o qué demonios pasaba con él, fui la última en salir, cerré la puerta y le entregué las llaves a Richard. Nunca antes el viaje en auto había sido más incómodo, llegué a pensar que jamás me sentiría incómoda al lado de Oliver, pero maldita sea, era capaz de arrojarme por la ventanilla. Llegamos a la escuela y Richard fue el primero en bajar, dijo que se encargaría de Florencia. Cuando yo iba a bajar del auto, me sujetó de la mano, así que lo miré, parece que por fin se dignará en hablarme.

—Tengo clases hasta las tres de la tarde —dijo—. Es sólo hasta hoy, daré éste examen y acabaré con la materia por éste semestre, no podré buscarte.

—De acuerdo, espero que te vaya bien —iba a bajar pero de nuevo me detuvo.

—Escucha...

—¡Ana!

Oliver y yo nos sobresaltamos, su mano soltó la mía tan pronto que apenas lo noté, mire por la ventanilla y ahí estaba Aarón casi con la cabeza dentro del auto de Oliver, rodé los ojos y me crucé de brazos para verlo, al inclinar mi cabeza hacia adelante pude ver a Jacobo, me dio la impresión de que nos estaba mirando, tenía la mochila colgada de un hombro, pero cuando parpadeé ya se estaba entrando al instituto.

—Aarón, ¿por qué eres tan intenso? —pregunté abriendo la puerta del auto, él se apartó—. ¿Ibas a decirme algo? —le pregunté a Oliver antes de bajar.

—No es nada, olvídalo —por un segundo miró en frente para luego agachar un poco la cabeza y saludar al chico de la ventanilla—. Guetho.

—Carreira —respondió él llevándose los dedos índice y medio a la frente para luego hacer un gesto de soldado—. Quería contarte algo, ven.

Cerró la puerta por mí y ni siquiera me dio tiempo de despedirme de Oliver, apenas pude agitar la mano, no estoy segura si lo vio. Aarón no decía una sola palabra, hasta que llegamos junto a los demás, ellos estaban esperando en la puerta del colegio, me sentí extraña. Candelaria tenía una media sonrisa y hablaba con Samuel de algo que no entendía.

-¿Lo prometes? -Lo prometoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora