Capítulo 22

359 48 15
                                    



No tenía idea de a dónde íbamos, yo tenía puesta una remera y una falda, era lo que había traído para cambiarme después de salir de la piscina. El camino se me empezó a hacer familiar y cuando doblamos a la derecha supe que estábamos yendo a su casa. Estacionó en el garaje y luego entramos juntos a la casa, todo estaba en silencio, la única luz que entraba era por las ventanas.

—¿Tus padres nunca están en tu casa? —pregunté sentándome en el sofá.

—Están trabajando —sonrió—. De alguien tuve que heredar la obsesión ¿no te parece?

Fue en dirección a la cocina y volvió unos segundos después, con agua y fruta picada en un gran envase. La fruta picada me recordó a Oliver, pero éste no es el momento, ni la compañía para pensar en Oliver, así que lo deseché de mi mente lo más rápido que pude.

—No planeaba que esto fuera así, pero no me ha dado el tiempo para más.

—No te quebrantes por esto, quiero saber qué ocurre, Oliver está molesto, tú me dices que tienes asuntos importantes que no se pueden discutir por teléfono y luego perdiste un paciente, la comida es la menor de mis preocupaciones.

—Ana, no quiero que te preocupes por cosas que en verdad no tienen importancia.

—Tú querías hablar de algo conmigo, algo que no se podía hablar por teléfono, quiero que hablemos de eso ahora.

Él asintió con la cabeza, mirando el piso, parecía que buscaba inspiración divina o algo parecido.

—Como te dije, siempre quise ser cirujano pediátrico, pero unos problemas se presentaron en el camino y no pude hacerlo, así que me especialicé solo en pediatría, esperando que una vez terminada la carrera y mis prácticas pudiera ir a cirugía, después de todo ya iba a ser mayor de edad, pero las cosas no son tan simples. Yo rechacé una beca cuando me la ofrecieron, no es fácil que te la vuelvan a ofrecer, pero quise intentarlo.

—¿Me estás diciendo que sí te aceptaron?

—Estoy diciendo que no lo sé, pedí que volvieran a revisar mi caso hace un mes, pero aún no me dan respuestas, si me aceptan, tendría que irme al extranjero.

—Tony eso es increíble —dije lo más sincera que pude—. Suena fascinante, tú eres fascinante y estoy segura que no dudarán en darte esa oportunidad.

—¿Sabes lo que significa?

Y lo sabía a la perfección.

Guardé silencio mientras le sonreía. No espero nada de él. Ni siquiera espero que tengamos una relación seria. Así que mucho menos espero que él tenga en cuanta mis sentimientos respecto a esto. Se trata de su carrera, la cosa más importante que tiene en su vida, me resultaría ilógico que él se pusiera a valorar otras cosas en una situación así.

—No tiene importancia.

—La tiene —aseguró—. Presenté mi petición una semana antes de conocerte y no imagine siquiera que...

—¿Qué? —dije riendo apenas—. Eres un genio Tony ¿Quién demonios va a la universidad para medicina a los catorce años? No puedes ser el genio que se replantea las cosas por alguien, no te lo permito.

—Amo lo que hago —dijo mirándome fijamente a los ojos—. Pero no es lo que esperaba para mí, yo me idealizaba en un quirófano por horas y eso no es lo que estoy obteniendo.

—Lo tendrás —respondí apretando su mano—. Trabajas muy duro para conseguirlo y todos lo notan, tus superiores también lo harán, estarás en un quirófano en el extranjero antes de que puedas imaginártelo y lo tendrás bien merecido.

-¿Lo prometes? -Lo prometoWhere stories live. Discover now