Capítulo 18

411 54 19
                                    

 —Flore, no quiero que hagas nada de lo que tienes prohibido ¿de acuerdo? Yo llevaré tu justificativo a la academia cuando salga de la universidad.

La niña puso un intento de mala cara, eso nos causó gracia, pero nadie se atrevió a reír. Florencia asintió con la cabeza tumbándose en el asiento trasero con los brazos cruzados. No puede asistir a la academia, algo que aparentemente es el peor castigo que le pueden dar.

—¿Vamos a lo alto luego? —preguntó con un tono más bajo.

—Ayer cuando fui a la casa de Tony, Becky me invitó a un club el miércoles y como no tengo traje de baño se ofreció a acompañarme para buscarlo hoy, iremos a almorzar juntas y luego recorreremos un poco —esperaba que eso le sirviera como respuesta—. Pero aún no se lo he dicho a tus padres.

—Yo me encargo, mamá tiene mucho trabajo esta semana, ésta organizando un cumpleaños infantil así que no volverá a casa hasta la noche, no te preocupes, yo se lo diré más tarde —hizo una pausa para continuar casi enseguida—. Me alegra que salgas con otras personas.

Acompañamos a Florencia a su salón y allí nos despedimos. Richard fue a su clase y yo fui al gimnasio, la mayoría de mis compañeros ya estaban estirando o apoyados por la pared deseando estar dormidos. Como yo.

—Hola Anahí —una muchacha de cabello negó y flequillo de costado estaba justo detrás de mí—. ¿Cómo estás?

—Hola... —alargué esperando a que me dijera su nombre, es la misma muchacha que dijo que yo estaba por besar a Oliver.

—Candelaria —sonrió—. Cande, mejor o como quieras.

—Oh, hola, perdona es que los nombres se me dan falta —intenté justificarme, no era del todo mentira—. Estoy bien ¿y tú? ¿algún consejo para gimnasia?

—Intenta que no note que no puedes respirar, si lo nota se emociona y te hará trabajar hasta verte morada.

—Vaya... que divertido.

De por sí no soy buena haciendo ejercicio y hablo de flexiones de brazos, trotes y abdominales. Lo llevo como puedo. Por ser mi primera clase el profesor se empeñó en ponerme a prueba. Trotamos diez vueltas alrededor de la cancha sin parar, lo conseguí a penas, tenía la lengua casi por el piso, pero intenté seguir el consejo de Candelaria. El salto largo y salto alto fueron problemas, no mido más de un metro cincuenta y cinco, tengo las piernas cortas, no podía saltar el doble de mi estatura, tal vez alguna campeona olímpica pueda, pero yo no, como no lo conseguí las primeras dos veces, me hizo repetirlo cinco veces más. ¡Debe ser un chiste, carajo!

—Profesor ¿no cree que ya fue mucho? Es su primera clase —agradecí en mis adentros que Candelaria quisiera defenderme.

—Sí, de cuerdo —le debo la vida a esta chica, casi literalmente, ya me estaba costando respirar—. El resto a sus posiciones de futbol y balón mano.

Me senté a un costado recargando mi espalda por una pared y extendiendo mis piernas, sentía los pies calientes, jamás había hecho tanto ejercicio, en mi otro colegio si no quería tener gimnasia simplemente no iba ¿pero aquí? Ni siquiera creo que eso pueda ser posible.

—¿Haces algún deporte? —me preguntó el profesor pasándome un vaso con agua.

—No —respondí aceptando el agua con gusto—. Bueno... andaba en skate pero dudo mucho que cuente.

—Tienes razón, no cuenta.

Él soltó una media sonrisa y yo me encogí de hombros. No esperaba que me diera puntos por andar en skate. Pensar en eso, me recordó que Oliver no me había mostrado aún el suyo, tenía que recordárselo ésta tarde al llegar a la casa.

-¿Lo prometes? -Lo prometoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora