Capítulo 53

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Era su cumpleaños, no fue difícil averiguar si habría festejo o no. Así que le mandé un mensaje a Jane, ella me respondió enseguida y después de que armó un escándalo por saber que era yo, me dijo que, efectivamente sí habría una fiesta, ella iba a asistir, así que me facilitó la dirección y el horario. Me dirigí al guardia de la forma más amable que pude, y para ser honesto, me sentí nervioso, hacía mucho tiempo que no hablaba en español. Yo conocía a todos los trabajadores de Martha, pero él era nuevo, así que no podía culparlo por su evidente enfado por mi insistencia, mi nombre no estaba en la lista de invitados porque claro, llevaba perdido un tiempo. ¿Quién se iba a imaginar que volvería? Insistí al punto de conseguir que fuera a buscarla. Esperé unos minutos que fueron eternos, las manos me sudaban y pensé que era solo por los nervios de volver a verla... que no era amor. Que simplemente era emoción por ver a una antigua amiga.

Y es que yo no me cansaba de ser un imbécil en aquella época.

Cuando escuché el sonido de unos zapatos de tacón, quise matar a Nelly. ¿Cómo fue que me había convencido de hacer aquello? Me giré con cuidado, lentamente, como si de esa forma pudiera hacer más llevadero ese sentimiento que me empezaba a dominar por dentro.

Y la vi. Lucía hermosa, radiante... sentí que el corazón se me ablandaba después de haber estado petrificado por más de dos años. Cuando sus ojos se encontraron con los míos lo supe de inmediato. La amaba, con cada partícula de mi ser, con cada pedazo de mi corazón que ella misma había destruido. La amaba con toda mi alma magullada, herida y aplastada por ella misma... entonces los días, las semanas, los meses, los años que pasé sin verla tuvieron sentido. Todo se resumía en ese instante, en el segundo en el que la vi de nuevo.

Solo atiné a felicitarla con unas palabras que salieron algo torpes de mi boca. Hablaba en español solo con Becky y aunque me era imposible olvidar mi idioma materno en tan pocos años, yo me sentía fuera de práctica. Sumándole los nervios que sentía, definitivamente soné torpe. Sentí sus brazos rodear mi cuerpo y tuve ganas de llorar. Lo que no sabía era si de felicidad o dolor o angustia. Me esforcé por mantener los pies anclados al suelo, me esforcé por tantas cosas en ese momento, especialmente por mantener la cordura. Quería escuchar su voz, pero tampoco quería que hablemos, temía que me dijera algo con respecto a que me había ido sin despedirme. Y como si hubiera leído mis pensamientos lo dijo. Me echó en cara, de una forma amable, el hecho de que me fui sin despedirme, dejando un bobo mensaje de texto. Solo pude decirle que Oliver era mejor cumpliendo promesas.

Qué tontería. Yo era capaz de prometerle el cielo y dárselo. Pero ella no lo quería de mí. Así que no tenía caso cumplir promesas que solo me lastimarían a mí. Que solo me destruirían a mí. Oliver estaba parado justo allí, mirándonos. No pude llegar a leer con claridad su expresión. En ese momento no sabía si lo odiaba o lo amaba, es decir, era mi mejor amigo en todo el maldito mundo, pero no podía ser tan hipócrita. Él tenía lo que yo más anhelaba, lo que más deseaba y me lo había arrebatado prácticamente sin esfuerzos.

Lo único que pude comprender al verlo allí parado junto a ella, fue que lo habían intentado. Y la peor parte de que lo habían intentado, era que les había funcionado. Quise irme de allí. Volver a la ciudad con Nelly y el resto de mis amigos, quise volver y abrazar a Tatiana, vivir en esa burbuja en la que empezaba a creer que la estaba amando, cuando no era así. El reencuentro pudo haber sido peor, afortunadamente para mí, no exterioricé mi dolor en ningún momento y tampoco golpee a Oliver, algo que sentía que podía pasar.

Quedamos en encontrarnos al día siguiente para desayunar. No me sentía bien de ninguna manera para ver al resto. Extrañaba a Bea, quería darle un abrazo y contarle todo lo que me había pasado, solo a ella le había contado lo enamorado que me sentía de Anahí antes de que ocurriera el rompimiento, no me sorprendería que ella supiera porqué me fui. Becky me contó que Jeff lo había logrado por fin, quise llamarle cuando me enteré que la pequeña Laia había nacido, pero hacer eso significaba dar demasiadas explicaciones, datos que no quería dar. Sentimientos que no quería exponer y palabras que no era capaz de soltar.

-¿Lo prometes? -Lo prometoWhere stories live. Discover now