Capítulo 39

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Después de una brevísima charla con Richard en el baño, me costó mucho conciliar el sueño. Oliver me mandó varios mensajes que no contesté, Tony también lo hizo. Mañana me excusaré diciendo que me había quedado dormida, me felicité a mí misma por no haberle contado a Tony el plan de ir a la casa de Oliver. Eso me ahorra muchas preguntas que no sabría cómo responder. En mi mente, intentaba encontrar las palabras perfectas para decirle a Tony lo que ocurre conmigo, con mis sentimientos hacia Oliver, ignorando completamente la escena en la que él me dice que siente lo mismo. Cuanto más lo pensaba, más imposible me parecía. Jacobo no se había equivocado, pero yo sí. Y de forma monumental.

El domingo fue un día terrible. Llovió toda la mañana, Tony se la pasó el día entero en el hospital sin posibilidades de salir. Jacobo salió del pueblo con su familia, Miranda no puso un pie fuera de su habitación, Richard solo vio televisión y los padres... ellos hicieron muchas cosas dentro de la casa como ordenar, limpiar, mover de lugar los muebles, yo me ofrecí a ayudarlos, después de todo no tenía nada más que hacer. Miranda mencionó que Oliver llegaría para cenar, desde el momento en que lo supe, empecé mi gran actuación, diciendo que no me sentía muy bien, que la comida me había caído mal. Subí a mi habitación y esperé a que nadie me dijera que bajara a cenar. Podía escuchar sus voces en la sala, así que me acomodé en la cama, con las luces apagadas y la sábana hasta el cuello. Le estaba dando la espalda a la puerta así que no volteé cuando escuché los golpes, cuando la persona entró, de inmediato supe que no era Oliver, pues no era su perfume.

—Linda —era el papá, yo esperaba a la mamá, a Richard, incluso a Miranda, pero no a él—. ¿Te encuentras bien?

—Sí —estaba algo sorprendida, pero sentía que ya podía bajar la guardia—, es solo un dolor de estómago, estaré bien.

—¿Te traigo un té? —insistió—. Uno de boldo. ¿Qué dices?

—No es necesario —sonreí—, tal vez solo necesito dormir un poco.

—De acuerdo —parecía resignado, así que volví a acomodarme en la cama, esperando el sonido de la puerta al cerrarse—. Sabes que puedes hablar conmigo, ¿No es así?

No entendí su pregunta. Volteé de nuevo y él seguía allí en el mismo lugar, no se había movido ni un solo centímetro. No necesité decir que no lo había entendido, mi cara habló por sí sola. Se sentó en el borde de la cama y entonces supe que debía acomodarme, de pronto el dolor de estómago ya no era tan ficticio.

—¿Ha pasado algo entre Oliver y tú? —sin rodeos, sin especulaciones, directo al tema—. Sé que crees que no estamos aquí todo el tiempo, y tienes razón, pero no soy tonto.

—Pero yo si —traté de responder con humor—, lo siento, es que no sé a qué se refiere.

—Me refiero a que creo tener una idea de porqué Oliver decidió mudarse tan pronto, lo hizo en un tiempo récord. Es algo que lleva planeando un buen tiempo y nunca lo había puesto en marcha, hasta que empezaste a salir con Tony.

—¿Y cómo es que mi relación con Tony se relaciona con la mudanza de Oliver?

—Dímelo tú —respondió y me quedé en blanco—. Los he podido notar algo distanciados.

—Lo siento, es que no sé qué decir.

—Hemos hablado con tu hermano —dijo, cambió de tema tan radicalmente que no pude ocultar mi suspiro de alivio—. Está enfadado porque no fuiste al funeral de tu abuelo.

-¿Lo prometes? -Lo prometoWhere stories live. Discover now