Catorce🍃

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Al terminar de darle consuelo al alfa que vomitó por segunda vez, volvió a limpiarle. Terminó de curar sus heridas y lo recostó en el sillón dónde segundos después, NamJoon terminó por dormirse.

Jin buscó una almohada y una colcha de su cuarto. Primero lo tapó, y luego levantó su cabeza y puso la almohada para apoyarlo lentamente.

Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro aún dormido, lo que provocó que el omega acercará su mano lentamente y acariciara su cabello con un poco de temor de que despertara.

Por alguna razón, era como si estuviera viendo a un perro callejero que pasó toda su vida luchando para sobrevivir, mostrar su verdadera forma y lado más sensible.

Sonrió ante su pensamiento y miró el reloj. Eran ya las seis y media.

Su estómago rugió un poco, por lo que decidió prepararse algo rápido e irse a dormir. Le dejó algo también en la mesa ratona a NamJoon junto con una aspirina para el dolor de cabeza.

Ese mismo día al despertar, la sala estaba vacía y todo se encontraba en su lugar.

Pareciera que el alfa buscó haber borrado todo rastro de que pasó allí la noche.

[. . .]

Su vista estaba nublada y lo único que lograba ver eran las luces de las farolas.

A lo lejos podía escuchar una voz muy familiar gritar.

—¡Aléjense!

Algo en su interior le dijo que debía levantarse y ayudarle, pero no podía.

La droga y el alcohol tenían su cuerpo dopado, y el dolor de los golpes que recibió no ayudaban de mucho. No recordaba muchas cosas.

Sentía como su cuerpo rechazaba todo lo de su estómago en reiteradas arcadas. Parecía que cada vez que cerraba los ojos aparecía en un escenario distinto.

Quizá ya estaba alucinando.

De repente sintió una calidez envolver su cuerpo y suave y dulces caricias en ciertas partes de su cuerpo.

El dolor desapareció y el hermoso rostro de SeokJin se encontraba frente a él. Con sus preciosos ojos, deliciosos labios y bonita sonrisa. Algo ocurrió en su pecho, un fuerte latido quizá, y dulce nostalgia porque sólo hubo una persona en su vida que le hizo sentir eso. Su madre.

Tuvo la necesidad de sentirlo más de cerca. Quiso acercarse pero nuevamente sintió las arcadas de antes.

Poco después todo se volvió negro y al abrir los ojos, una luz cegadora lo obligó a cerrarlos otra vez.

Arrugó el ceño y se quejó al sentir una fuerte jaqueca en su cabeza.

Se puso boca arriba y colocó su antebrazo sobre sus ojos y frente, durando así, unos minutos hasta retirarlo.

Al hacerlo, se dio cuenta que el techo no era de un color blanco mohoso como el que estaba acostumbrado a ver. Abrió los ojos sorprendido y miró al rededor.

Las paredes, pintadas un suave beish, tenía colgado fotos y cuadros. Y la aparente sala en la que se encontraba, era decorada hogareñamente como solía serlo antes su casa.

La habitación era una sala de estar y un comedor a su vez, junto con una pequeña zona de escritorio y una puerta corrediza que daba a un balcón por donde entraba la luz.

Una puerta a la izquierda ni bien entrabas al lugar, daba a lo que pensaba sería la cocina y otra era el baño.

Se dio cuenta de que no llevaba su camiseta y abrigo, por lo que primero que pensó, fue que se había quedado en la casa de alguien luego de un polvo.

Good Morning, NamWhere stories live. Discover now