Treinta y dos🍃

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La velada transcurrió en tranquilidad por unas dos canciones lentas más.
Su abrazo se había tornado en uno suave. Los brazos de Jin rodeaban el cuello del contrario delicadamente, acariciando su cabello diligentemente, junto con su cabeza apoyada en su pecho hipnotizado por los latidos de su corazón.

NamJoon, por su parte, rodeaba su cintura con ambos brazos y apoyaba su cabeza sobre la contraria deleitandose con su olor. Sonriendo de vez en cuando por los raros quejidos y suspiros que soltaba el omega.

No fue hasta que un picor en su entrepierna advirtió que estaba desperando y que los balbuceos y calor de Jin aumentaron, que el rubio fue conciente del efecto del aroma en aumento que tenía en su cuerpo.

--NamJoon...--Se separó con su respiración agitada--Tengo calor...

Advirtió antes de empezar a bajar sus pantalones.

--¡Jin, espera!

El alfa sostuvo sus manos, alterado, antes de que el castaño montara todo un show.

--¡Pero tengo calor!--Se quejó

--Iré por tus supresores...

--¡No! Quédate un poco más...--Musitó rogando, aferrandose a su ropa, frotando su cuerpo.

El moreno necesitó mucho de su fuerza de voluntad para no dejarse llevar.

Con un acaramelado Jin pegado a un costado, buscó la bolsa con los supresores por todo el salón comedor. No quería siquiera asomarse por el cuarto con miedo de entrar y ya no salir hasta la mañana siguiente.
Afortunadamente los encontró en el baño.

El problema fue que Jin se reusó a tomarlos por las buenas, alegando que podía controlarse si él estaba cerca brindandole su contacto.
Todo su ser emanaba la fuerte tentación de cometer un pecado, y el dolor punzante de su ya creciente erección tampoco ayudaba.
Sus sentidos comenzaban a nublarse y sus manos picaban por arrancarle las molestas prendas a Jin y follarselo hasta el cansancio. Por un momento pensó que eso no estaría tan mal y ninguno se arrepentiría.

Cuando el castaño empezó a retorcerse por el dolor, en expresión de que su olor había alcanzado su punto máximo, NamJoon le dijo como última esperanza que si tomaba la pastilla, luego él lo haría "sentirse más que bien". El omega aceptó, y tras ingerir el supresor, se dejó guiar por el rubio hasta el sillón; donde se sentó con Jin encima de sus piernas como si fuera un bebé, permitiéndole un mejor acceso al cuello del alfa. Lugar donde se mantuvo por un largo tiempo.

El alfa pudo sentir como el lubricante ya había mojado el pantalón del pijama, cosa que lo enloqueció aún más. Usó toda su fuerza en concentrarse en otra cosa que no sea en el como sería meter su pene en SeokJin, casi fallando en el intento.

Un lado positivo de la situación, es que podía sentirse un poco superior a Kyungil en este aspecto. El pelinegro habría aprovechado la oportunidad sin importarle las consecuencias, acotando no "poder" contenerse. Mientras tanto, él cuidaba de no hacer algo que dañara de cualquier forma al castaño. Sin importarle que con ello su intimidad estuviera al borde de explotar, y no de la manera en la que le gustaría.

Ja, punto para Namjoon.

Carajo.

¿Por qué pensaba en ese desgraciado en un momento así?

Al menos, ese pensamiento le dejó descubrir que ya el omega se había calmado y ahora dormía profundamente sobre su cuerpo.

Cargandolo de forma nupcial, se adentró hasta su pulcramente ordenado cuarto y lo recostó sobre la cama. Miró sus pantalones húmedos y reflexionó sobre lo incómodo que sería dormir así. Pese a ello, tampoco quería desnudarlo sin su aprobación.

Good Morning, NamWhere stories live. Discover now