Veintiuno🍃

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Luego de la pequeña travesura del omega, Namjoon empezó a mostrarse un poco distante. Pero todo eso se fue al carajo al escuchar la absurda risa de limpia vidrios que tenía el castaño. Su sonrisa y sus ojos simplemente ya no le dejaban ser tan borde como antes.

Dicho día, al finalizar la jornada, caminaron hasta el cibercafé a hacer la tarea encargada bajo la atenta mirada de los demás alumnos que salían hacia sus casas o a alguna salida con amigos. Lo miraban temerosos, como si de un asesino psicópata perverso se tratase. Sin embargo, existía la posibilidad de que esas miradas sean de sorpresa al ver al maldito abusivo del colegio irse con el chico beta que varios apreciaban.

No hay que confundir, Namjoon amaba en cierta forma que le temieran. Nadie lo molestaba, nadie pedía cosas, nadie esperaba nada de su ser. ¿Por qué Kim era distinto? Ese es el enigma que seguía revoloteando en su mente.

En el cibercafé, consiguieron la rebaja por estudiantes y les permitieron utilizar unas de las computadoras libres para investigar lo que necesitasen. SeokJin no paraba de hacer comentarios sobre los temas que buscaban, de hablar y de reír. Quizá aprovechaba el buen humor del alfa para intentar acercase sin una frase tosca como respuesta.

Quizá solamente Namjoon quería oírlo reír.

Quizá estaba feliz porque el médico le dijo que hubo un gran y buen avance.

Quizá todavía tenía una pizca de esperanza.

Jin invitó los cafés. Un caramel macchiato y moca, perfecto para la ocasión.

Terminaron ya entrada la noche y acordaron un lugar de encuentro el fin de semana para que el alfa lo ayudara en matemática, que para su sorpresa, el lugar no fue nada más y nada menos que el departamento de Jin.



[. . .]




Los nervios de Jimin se notaban a flor de piel. Parecía ser que el jueves no le fue suficiente para practicar su sólo en el gimnasio y poco a poco la ansiedad lo iba consumiendo.

El día de práctica por poco y casi los descubren besándose con Yoongi en el almacén, así que estaba un tanto más alerta de lo normal. Eso, sumado que Jung Hoseok comenzó a molestarlo un poco, lo hicieron una bomba de tiempo a punto de explotar en cualquier momento. Necesitaba relajarse urgentemente.

Había llegado temprano con su bolso en mano. Por poco y casi no lo dejan irse de su casa, pero logró salir seguido por una botella de soju que impactó contra el suelo de la entrada y por suerte no en su cabeza.

Llegó y miró como los miembros del club de baile se ocupaban de organizar las cosas y que todo estuviera en su lugar. Telas y luces le dieron un increíble toque al logar, esa, era la noche final y escuchó que todas las entradas se vendieron y pidieron por más. Esperaba no fracasar.

Cuando yo todo parecía estar listo y algunas personas empezaron a llegara para apartar los mejores lugares, se fue al baño y se cambió. Su vestimenta no era lo más llamativa pero era lo mejor que pudo conseguir en una tienda de segunda mano, después de todo, dicen que el secreto de una buena pizza es la masa y no lo que le pongas encima.

Se maquilló un poco y guardó sus cosas en su casillero antes de ir al sector creado para esconder a los bailarines. Tomó asiento y empezó a respirar y exalar tratando de calmarse cuando poco a poco el inmenso gimnasio de hizo pequeño por la cantidad de personas que había.

Good Morning, NamWhere stories live. Discover now