Capítulo 1

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(Night Swimmers - Foals)

—¿Listos? —pregunto, emocionada.

—¡Estamos listos! —responde Becca.

—¡Más que listos! —se une Blas.

—¡Súper-archi-mega-listos! —ríe Toris.

—¡Nunca he estado más listo en mi vida! —grita Killer, alzando los puños.

El sol calienta el ambiente con tímidos rayos. El viento azota nuestros cabellos, aun cuando el balcón en el que nos encontramos no está a más de tres pisos de distancia del suelo. Abajo, en la avenida, un autobús repleto de gente está detenido frente a un semáforo destartalado, cuya luz roja apenas funciona. No falta mucho para que cambie a verde.

El techo del vehículo está exactamente debajo de nosotros.

—¡Aquí vamos! —grito, extasiada, en el mismo instante en que salto hacia adelante. Mis palabras se alargan y los gritos de alegría de mis amigos las acompañan.

Aterrizamos de rodillas en el techo del autobús justo cuando la luz del semáforo cambia.

El bus se mueve y comienza a avanzar a una velocidad que no es demasiado rápida. Ya de rodillas, me echo boca abajo, estiro mis piernas hacia atrás y extiendo mis manos a cada lado, de manera que me aferro a los bordes del vehículo. Mis amigos están detrás de mí, en la misma posición: primero Becca, con Blas a su lado y sosteniéndola de la cintura; luego, se encuentra Toris y, al final, Killer. El bus es lo suficientemente largo como para que podamos formar una hilera humana.

Sonrío al ver tras mi hombro el rostro rebosante de Becca. Su miedo a la velocidad aún se mantiene, por lo que las primeras veces que hicimos esto fue difícil para ella. Sin embargo, el hecho de que nosotros estemos con ella, de que Blas esté con ella, cambia la situación. Sabe que nos gustan las actividades temerarias, pero tomamos precauciones y nos protegemos entre nosotros.

Todos aullamos encandilados mientras sentimos las brisas de aire estallando en nuestros rostros y la adrenalina pura que se esparce a través de nuestros órganos.

Luego de un rato, Killer aprovecha otro semáforo en rojo y se pone de pie.

—Un cambio de escenario no estaría mal, ¿a qué no? —nos sugiere.

A continuación, salta desde la parte de atrás del autobús y el resto de nosotros le seguimos.

En la pista, detrás del autobús, están los carros particulares de los eruditos y los veraces.

A medida que cada uno salta fuera del autobús, el otro corre por un costado y se sube a uno de los tejados de los vehículos, intentando pasar desapercibidos para los conductores. Yo salto al último, y corro a toda velocidad hacia la parte trasera de un auto. Con sigilo, me subo al techo y me mantengo de rodillas, mientras me sostengo por los costados.

Los autos avanzan y nosotros volvemos a disfrutar de su suave movimiento.

Luego de varios minutos, toda esta aventura acaba de la misma forma de siempre: los autos se detienen en cierto punto y los conductores, ya sean eructitos o despiadados, salen a llamarnos la atención. Antes de que cualquier discurso sobre la moral y el respeto salgan de sus bocas, mi grupo y yo nos escabullimos a nuestra manera, de la manera en que los miembros de otras facciones jamás podrían alcanzarnos.

Por supuesto, cuando nos damos el encuentro en una calle alejada de la avenida, reímos sin parar de nuestras ocurrencias.

Es maravilloso ser osado.

La VengadoraWo Geschichten leben. Entdecke jetzt