Capítulo 43

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(Animals-Muse)

Su cuerpo cae, como un bulto de papas deshecho.

Ni siquiera puedo ver su rostro.

Mi vista está nublada. La sangre ha calado incluso en mis párpados.

Estoy helado.

He perdido la noción del tiempo.

Ethan.

-¡Luhan! -Becca me llama.

Ethan.

-¡Tenemos que entrar! -sigue llamando.

Ethan, qué te han hecho.

Solo cuando siento la mano de Ana, recorriendo mi rostro con un pañuelo ,en un débil intento de limpiarme, recuerdo dónde me encuentro.

Sigo en zona de guerra.

-¡AHORA! -Becca regresa corriendo y me sacude el hombro.

Ella mira hacia abajo y ve el cuerpo de Ethan, regado en el suelo. Su mirada se empequeñece cuando vuelve a mirarme.

-Lo siento.

¿Qué puedo hacer? ¿Llorar?

Veo al chico que le disparó a Ethan, corriendo a apoyar al trío de osados.

Ahora entiendo a Celeste. Entiendo cómo se sintió cuando supo cómo había muerto Toris. Veo al osado desaparecer de mi vista y tengo esa extraña sensación de querer agradecerle por haberme salvado la vida...y ahorcarlo, al mismo tiempo.

Vuelvo a mirar hacia abajo.

Ethan, mi amigo Ethan.

Lo siento mucho.

-¡Diablos! -se queja Blas, mientras me jala por la parte de atrás de la camisa- ¡VAMOS!

Lo único que puedo hacer es darle la espalda a lo que queda de mi amigo. Me obligo a contener mis lágrimas y me trago un grito de frustración.

Si sobrevivo a esto, ya habrá tiempo para hacerlo.

Blas me suelta y consigue escabullirse entre un grupo de Sin Facción, por lo que nosotros nos arreglamos para seguirlo.

No sé qué esperaba al ingresar.

El griterío es más intenso y hay olor a humo. Los veraces en simulación se encuentran respaldados por los Traidores, quienes a duras penas intentan contener la ola de Sin Facción y osados que ingresan, disparando y destrozando todo a su paso. El enorme cuadro de Jeanine en la pared está siendo removido y un Sin Facción se toma el trabajo de hacer un grafiti sobre él. Mientras tanto, los muebles ubicados en la primera planta de la Sede, antes usados como mesas de estudios, ahora son una especie de escudo para los Traidores.

Pero lo más aterrador son las balas.

Una bala pasa a tres centímetros por encima de la cabeza de Becca. Otra pasa zumbando por el espacio entre el codo y el tronco de Ana. Siento un pequeño roce en mi cabello, cerca de mi oreja, y estoy seguro que es una de esas.

Estamos en zona de fuego.

-¡Síganme! -vocifera Blas, por encima del alboroto.

Se las arregla para movilizarse hacia un costado, saltando por encima de una larga fila de sillas y bancos, abandonados a su suerte. Mis amigos osados quitan el seguro de sus armas y las mantienen en alto. Unas ráfagas de balas pasan por nuestro lado y se detienen cuando ellos responden a los disparos.

La VengadoraWhere stories live. Discover now