Capítulo 37

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¿Qué hice mal?

¿Qué me falta hacer?

Me encontraba en ese pasillo vacío, haciendo mi pataleta, cuando la imagen de Zeke y Tori, los supuestos Traidores volviendo a Verdad, quienes fallaron en infiltrarse en el sistema de Erudición, vino a mi mente.

Luego, al observar la aguja que encontré en mi bolsillo, me acordé de Ella.

Yo te haré entrar por la puerta grande, hermana, me había dicho.

Sí. Lo supe.

Tenía que intentarlo.

Destruir a Erudición desde adentro.

En un principio, no quería que nadie de mis amigos estuviese involucrado. Sin embargo, sabía que necesitaba confiárselo a alguien, alguien que pudiera ver mis planes desde otro punto de vista. Alguien que visualizara los detalles que yo no estaba tomando en cuenta.

Necesitaba una persona con cabeza fría.

Y supe quién era el indicado.

*****

Fui a buscarlo.

Sabía que Osadía estaba reuniéndose en el piso dieciocho, pero también comprendí que no dejarían el sistema de vigilancia abandonado por ningún motivo.

Cuando entré a la Sala de Control, no había nadie.

O eso pensé.

—¿Qué haces aquí? —Douglas estaba sentado al fondo de la sala, mirándome con suspicacia.

Suspiré.

Necesito tu ayuda.

—Te escucho.

Antes de que mi buena voluntad me abandonara, dije:

—Ya me cansé de estar intentando infiltrarnos al sistema de Erudición de forma virtual, sin ningún resultado, así que estoy planeando infiltrarme en el sistema erudito...en físico.

Si Douglas no había prestado atención a mi presencia, en ese momento lo hacía.

Se puso de pie de inmediato.

—¿Estás loca? —me cuestionó.

Demasiado, quise responderle.

—¿No te parece que es muy arriesgado? —volvió a preguntar.

—Nosotros realizamos acciones arriesgadas, Douglas.

—Pero no tontas.Esa es la diferencia. A todo esto, ¿qué opinan tus amigos?

Me mordí la lengua.

—Aún no les he contado.

—Y me lo cuentas a mí porque crees que no te detendré.

Tardé en responderle.

—No quiero involucrar a nadie más en esto. No...quiero perder a alguien más... ¿entiendes?

Douglas negó con la cabeza.

Te estás refiriendo a mi hermano —enfatizó la palabra pero la pronunció con cuidado, como si deseara infundir respeto.

No pude responderle.

Luego, continuó:

—Mi hermano era igual de ingenuo e irresponsable que tú. Pensaba que podía hacerlo todo y que era invencible, pero ¿sabes qué? La invencibilidad no caracteriza a los seres humanos, sino la imbecibilidad. Si tú estás viva en este momento y él no, es solo por una casualidad del destino—. A medida que hablaba, su voz se tornó menos dura—. No desperdicies esta oportunidad de vivir, ¿de acuerdo? Toris habría querido que te cuidara, aunque parezca frase de niñera.

La VengadoraWhere stories live. Discover now