Capítulo 12

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He estado sumida en tanto odio, tanto deseo de venganza, tanta tristeza, que me había olvidado casi por completo de cómo se sentía esto. Sé que es el peor momento pero una parte de mi corazón se siente feliz.

¿Y ahora? ¿Qué es lo que se supone que debería decir?

Luhan sigue sonriendo.

—Yo... —comienzo—...estaba llevando esto para mis compañeros.

Él suaviza sus labios.

—Ya veo —dice y mira hacia los cubrecamas caídos—. Te ayudo con eso.

Él alza unos cuantos cubrecamas del suelo y me los pasa. Coge uno y comienza a sacudirlo en el aire, lo dobla con cuidado, me lo vuelve a pasar y repite la operación con las otras.

Yo lo único que hago en todo este rato es mirarlo.

Mirar cuánto ha crecido de tamaño y lo diferente que se ve. La camiseta blanca y el pantalón negro se amoldan más a su color de piel que los serios trajes azules, nada acorde con su energética personalidad. Su cabello sigue siendo desmarañado y sus gestos se mantienen amables. Lo único que ha cambiado, además de su estatura, es su voz: no lo había reconocido cuando nos chocamos porque sus matices son más graves, producto de la edad.

Me pasa el último.

Sorpresivamente, coge la mitad de mi torre.

—Andando —dice, mientras se los lleva.

Me tardo dos segundos en darle el alcance.

Los silencios con él en el pasado han sido agradables, aunque en este momento tengo millones de preguntas que hacerle.

Él se me adelanta.

—¿Te molesta que te llame Celeste?

Por poco, los cubrecamas en mis brazos casi vuelven a caerse al piso.

—¿Cómo...? ¿Cómo sabes eso?

—Estuve en tu audiencia.

Agrando mis ojos.

¿Él estuvo ahí?

¿Cómo no he podido siquiera notarlo?

—Bueno...puedes llamarme de la forma en que desees —intento hacer tiempo para procesar esa información.

Luhan se ríe por lo bajo.

—¿Cómo has podido cambiarte de nombre? —me mira con curiosidad—. Celeste suena bien.

Intento ignorar su comentario.

—Larga historia —comento.

Él se queda mirando un costado de mi cara y estoy tan enfocada en la dirección de sus ojos que no me dado cuenta que su mano izquierda se ha deslizado por un costado, hasta que dos de sus dedos atrapan una de mis mechas.

—Por cierto —dice, y luego de dos largos segundos, suelta mi cabello—. Bonitas mechas. Son de un color extraño, pero son bonitas, después de todo.

Si él fuera otra persona, me habría enojado terriblemente por haber cogido mi cabello.

Pero resulta que me encuentro con las mejillas rosadas. Siento el apremio de justificar el porqué el color de mis mejillas.

—Estoy realmente sorprendida.

De repente, Luhan examina mi rostro con detenimiento durante tres segundos.

La VengadoraWhere stories live. Discover now