Capítulo 39

16 3 0
                                    

Debo haber dormido entre dos o tres horas.

Me gustaría quedarme, me gustaría volver a mi fantasioso estupor y ser feliz por más tiempo. Pero la realidad es impaciente. Actúa con violencia cuando reclama su posición.

Abro mis ojos con lentitud. Lo primero que veo es una de las paredes blancas de la habitación, vacía pero pacificadora.

Algo acaricia mi espalda.

—Has despertado.

Luhan. La yema de uno de sus dedos se pasea por el tatuaje de Erudición con lentitud. Termina su recorrido y vuelve a comenzar, pero, esta vez, se acerca más a mí.

—Es un bonito tatuaje —opina, con voz suave—. Pero no más que el otro.

Se detiene. Se inclina un poco y besa mi hombro con ternura.

Suelto una débil risita. Me doy la vuelta, y me encuentro con su mirada y una sonrisa, de esas que no visualizaba en su rostro hace mucho tiempo.

Luhan reposa la yema de sus dedos encima de mi tatuaje de Osadía.

—¿Mucho mejor? —pregunto.

Él asiente.

—¿Necesitas dormir un poco más? —pregunta, con inocencia.

Niego con la cabeza. Debería estar muerta de sueño, pero la verdad es diferente. En realidad, dormir no se siente como una prioridad.

Corto la distancia entre nosotros. Alzo mis brazos y abrazo su cuello, dejando que mi cabeza repose sobre su hombro.

Miro su espalda y veo los múltiples rasguños que se esparcen en ella: alguien va a tener problemas para ducharse. Instintivamente, me toco la parte izquierda de mi nuca y me encuentro con el pequeño pero doloroso recordatorio de sus apasionados besos. Ni modo. No podré amarrarme el cabello durante cierto tiempo.

Me desenfoco de futuros problemas y me concentro en la sensación que aporta su piel.

Es sensacional.

—¿Sabes? —pregunto, relajada— Sigo pensando que estás loco, pero yo también lo estoy.

—Tú abusas de los estándares existentes —comenta, riéndose.

—Además de eso —ignoro su especulación—, me siento mucho mejor. No me malinterpretes; no se trata de que ya lo haya olvidado todo, pero presiento que puedo lidiar con esto. El hecho de que haya podido cooperar para que este desastre termine me alivia y me siento mucho mejor sabiéndolo.

Estoy esperando su respuesta, pero no llega. Sin soltar mi agarre de su cuello, me alejo unos centímetros para poder visualizar su cara.

Está muy serio.

—¿Qué sucede? —pregunto, preocupada.

Él me mira, mientras sus labios se fruncen. Puede que Luhan sea Divergente, pero su característica más resaltante siempre será decir lo que piensa, aún si fuera una locura.

Mira tú, estuvo al borde de la muerte y dijo algo que haría desear que le matasen dos veces.

Y tengo razón: no tarda mucho en contestarme.

—¿Has caído en cuenta que, si no fuera por esta guerra, tú y yo no nos habríamos reencontrado?

He estado pensado mucho en eso.

—Habríamos encontrado otra forma —digo, intentando mantenerme animada.

—¿Cómo cuál? —pregunta.

La VengadoraWhere stories live. Discover now