Capítulo 22

18 2 0
                                    

El resto de la noche me dedico, junto a Blas, Luhan y otros cuantos voluntarios, a extraer discos enterrados en la carne de varios veraces. Al final de la jornada, cerca de las cuatro de la mañana, los veraces realizan el cálculo de cuántas personas han sido afectadas por el disco. Los osados no tenemos muchas bajas, pero, por desgracia, no puedo decir lo mismo de lo veraces.*

En cuanto retornamos a la pieza, todos caemos muertos de sueño. A la mañana siguiente, cuando despierto a razón de las diez, me llegan novedades.

La primera, es que un grupo de eruditos rebeldes ha arribado a la Sede; ninguno de ellos es alguien que yo conozca. La segunda, es que Marcus Eaton sigue vivo y tiene el privilegio de recibir asilo en Verdad, sin necesidad de pasar por prácticas burocráticas. La tercera, es que Jack Kang ha convocado una nueva reunión de emergencia en poco más de una hora.

Desayuno rápido y me dirijo a la Sala de Control a facilitar la extracción de los vídeos en la Sede de Verdad para que Jack revise de cerca lo que ocurrió en el ataque. No veo a ninguno de mis amigos ni a Luhan hasta veinte minutos antes de que comience la reunión.

Nada es inusual cuando la reunión empieza: todo el mundo en la sala está hablando y Jack, con su irrefutable talento de orador, tiene que hacernos callar.

—Sé que muchos están confundidos por lo que pasó ayer. He oído muchos reportes de diversas perspectivas, y tengo una idea de lo que es obvio y lo que requiere más investigación —suspira—. Lo que me parece requiere más investigación son los Divergentes.**

No puedo evitar lanzar un bufido.

¿Tantas personas en riesgo y a él le preocupa los Divergentes?

—Si eres Divergente, por favor, da un paso para que podamos saber de ti.

Tris y Cuatro son los primeros en salir adelante. Unos cuantos veraces, a quienes reconozco del grupo de Divergentes de anoche, también se aproximan. Para la sorpresa de muchos, Marcus Eaton también lo hace.

Jack y él establecen una pequeña conversación. Luego, Jack formula una de sus dudas.

—Me parece claro que fuimos atacados para que Erudición pudiese encontrar a los Divergentes ¿Sabes por qué?

La pregunta de Jack podría ser reformulada: ¿por qué Erudición haría un ataque masivo solo por un grupo de personas? ¿Por qué no simplemente secuestrarlos?

Claro, con todo esto, es obvio que Jack ignora las verdaderas intenciones de los eruditos.

—No lo sé... —dice Marcus—. Quizás solo querían identificarnos. Parece algo útil de saber, si es que intentan volver a usar las simulaciones.

—Querían matarnos —interviene Tris—. Han estado matándonos antes de que esto ocurriera.

Jack no se traga esa teoría. Cuestiona las razones y Tris no sabe cómo responder.

Pero Cuatro sí.

—Hay cerca de una docena de muertes misteriosas entre Osadía los últimos seis años, y hay una correlación entre esa gente y resultados irregulares en el Examen de Aptitud o resultados de la simulación de iniciación.

Recuerdo a Ella, cuando vino a visitarnos a mis amigos y a mí cuando estábamos en la Iniciación. Me pregunto si entre sus misiones estaba localizar Divergentes, y también me cuestiono, en el hipotético caso de que yo fuese uno de ellos, si me habría entregado.

El intercambio de palabras continúa.

—Sin embargo —dice Jack, con tranquilidad—, debemos tomar en cuenta que los soldados de Osadía no dieron señales de querer lastimarnos a la mayoría, o nos habrían disparado estando inconscientes.

Me cae mal este tipo.

—¿Esto es una broma? —detrás de mí, Killer murmura su pregunta, con asco— ¿Es que Kang esperaba que mataran a todos para considerar esto como un ataque?

—Jack no se da cuenta que Erudición no pretende quedarse sin población —digo todo esto como una queja.

—Me alegro de que ya no sea mi líder —responde Killer.

Quiero decirle que los nuestros son Traidores, lo cual no es un mejor escenario, pero me callo. Me acabo de acordar de que Killer y yo estamos peleados.

Me concentro en la conversación.

—Su invasión pacífica sugiere que puede ser posible negociar un tratado de paz con Erudición y el resto de Osadía, por lo que acordaré una reunión con Jeanine Matthews para discutir esa posibilidad lo más pronto posible.

—¿Invasión pacífica? —escucho murmurar a Becca— ¿Existe de verdad ese término?

—Parece que nuestro amigo ha estado viviendo dentro de una burbuja de vidrio todo este tiempo —opina Blas.

Lo que más me sorprende es que, a pesar de todas las especulaciones, Jack realmente cree que puede llegar a un acuerdo con Erudición.

Cuatro intenta hacer que Jack se dé cuenta de lo poco lógico de su razonamiento. Sin suerte.

—No creo que podamos atacarlos solo porque querían matar a una fracción de la población —dice Jack, despreocupado.

—Por supuesto que no —comenta Killer, sarcástico e irritado—. Si matan a uno de cada cien, a quién le importa.

Me encojo de hombros. Realmente no me interesa lo que suceda con los Divergentes: me concierne lo que suceda con nosotros.

—Matar no es lo peor que pueden hacer. Controlarlos, sí —dice Tris a la audiencia.

Jack aún es escéptico ante las opiniones de Tris y Cuatro.

Cuatro pierde la paciencia.

—Tú no decides por nosotros, Kang.

Los osados hacen un pequeño abucheo. Eso demuestra que mis compañeros creen que podemos llegar a atacar a los eruditos.

Pero tenemos un problema.

—Es verdad —comienza Jack—. Si lo quieren, son libres de atacar Erudición. Pero lo harán sin nuestro apoyo, y déjame recordarles que son superados en número y no están preparados.

Tengo que reconocer que este tipo tiene razón. Y el resto también parece comprenderlo.

—Eso creí —dice Jack con alegría, al no recibir respuesta—. Muy bien. Contactaré a Jeanine Matthews y veremos si podemos negociar la paz. ¿Objeciones?

Nadie dice nada. Pero cuando la audiencia es levantada, la sala se vuelve a llenar de voces por todos lados.

—Ya me cansé de esta mierda —digo, al mismo tiempo en que me doy la vuelta, hacia mis amigos—. Si Jack recibe un balazo en el cerebro durante su junta con Jeanine, realmente no me voy a poner a llorar por eso. ¿Tú qué opinas, Lu...?

Luhan, quien ha estado todo este tiempo a mi lado, no se ha movido ni ha dicho nada. Está sentado, rígido, y sus gestos se encuentran sombríos y lejanos.

Algo está mal.

—¿Luhan? —reclamo su atención, asustada— ¿Te encuentras bien?

Sin decir una sola palabra, Luhan se levanta, cruza las gradas y desaparece a través de la puerta.


*Según Insurgente, fueron setenta osados y diez veraces quienes no fueron afectados por los discos.

**Todo lo dicho por Jack, Marcus, Tobias y Tris en esta parte es exactamente lo mismo que aparece en el libro de Insurgente, sin ninguna intervención de mi parte. Solo han sido transcritos los diálogos que he considerado relevante para el desarrollo de este capítulo.


La VengadoraWhere stories live. Discover now