Capítulo 11

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A la mañana siguiente, Jack nos da la noticia.

Los veraces han aceptado tenernos en su Sede.

Luego de una noche entera con tanto odio y tanta tristeza, me siento un poco feliz.

Ahora que somos libres, mis amigos y yo tenemos que hacer planes.

—Debemos buscar a Drake y a los demás —dice Blas con determinación.

—Pobre —dice Becca, frunciendo sus labios—. Ha estado corriendo por todos lados. Incluso tal vez ha dormido en la intemperie.

—Pues valió la pena —complementa Killer—. El problema es adivinar cuántos osados estarán viniendo con él.

—Supongamos que sea la mitad de la facción —propongo yo—. Más vale que nos sobre a que nos falte.

Silencio momentáneo.

—Becca y yo iremos a buscarlos donde quedamos al inicio del plan —dice Blas—. Ustedes pueden armar los preparativos.

—Perfecto —dice Killer, con mucho mejor humor—. Manos a la obra.

*****

Quiero preguntarle a Killer por dónde comenzamos, pero algo me distrae.

Veo a alguien que viene por el lado contrario del pasillo en el cual Killer y yo nos encontramos.

Alguien conocido.

Alguien a quien he visto hace poco...

—¡Mi bebé! —Una mujer con voz dulzona y chiclosa se nos acerca, dando tumbos— ¡Mi lindo y precioso Cyril!

...en el Día de Visita de este año.

Magdalena Lukasiak no puede pasar desapercibido.

Además de su inconfundible voz, la madre de Killer posee unos gustos extravagantes: siempre lleva puesto vestidos con muchos estampados, como el que tiene ahora, que es de color negro con bolitas blancas enormes y que, combinado con su redondo cuerpo, le hacen parecer un muffin de chocolate oscuro con chispitas de chocolate blanco.

Sus abundantes rizos castaños claros saltan como resortes por toda su cabeza, intentando ocultarse bajo un sombrero pequeño y con detalles de tela. Su lunar en la parte superior derecho de su pómulo puede ser visto desde la distancia y acompaña a todo un rostro adornado por el exceso de maquillaje.

¿En qué estaba pensando Tadeo cuando se casó con esta mujer?

—Mamá —dice Killer. Avergonzado es una palabra muy pequeña— ¿Cómo es...?

Tengo que contener mi risa para ver cómo Magdalena le da un apapachable abrazo a su hijo, una cabeza más alto que ella. La intensidad de su abrazo me hace pensar que no lo va a soltar muy pronto.

No importa si Killer ya es mayor de edad y lleva buen tiempo fuera de Verdad: para Magdalena, él siempre será su bebé.

—¡Mamá! —chilla Killer, luego de un rato—. Necesito que me sueltes. Tengo que...arreglar algunos asuntos.

Magdalena lo suelta y detecta que estoy mirándolos desde hacía mucho.

—Hola, querida —se me acerca y me pellizca ambas mejillas con sus largas uñas pintadas. Yo pongo cara de condescendencia y procuro no arrugar mi nariz a causa del fuerte olor de su perfume. Me suelta con prontitud, menos mal.

—Es un gusto tenerte en mi facción —sonríe ella, mostrando sus dientes delanteros.

—El gusto es mío —intento poner mi mejor cara, mientras que le dirijo a Killer una mirada de vergüenza.

La VengadoraWhere stories live. Discover now