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Si algo sabía Taehyung de las personas, es que éstas eran tal cual los cuadros de las pinturas que todos los artistas, incluso él, se esmeran por crear.

Toda la gente que conoce tiene capas y capas de ellos mismos, de sus sentimientos y personalidad, de lo que quieren demostrar, de lo que son e incluso de lo que no. Todas las personas están hechas de tantas capas de pinturas, no es sólo un amarillo excéntrico, ni un azul introvertido, ni un gris amargado, es toda una gama de colores, y uno decide cuál es la capa de pintura que quedará encima de todas esas capas.

Por eso no se sorprendía la dualidad de la personalidad de Hoseok.

El tiempo en el que estudió en el extranjero, pudo darse cuenta de las diferencias de su cultura, y es que los nativos coreanos, notaba, era natural tener un espacio para sí mismos y ser más distantes que los americanos. Una línea física que no puedes cruzar. Pero a Taehyung jamás le gustó esa línea, él necesitaba estar cerca para entrar en confianza, incluso para sentirse feliz y aceptado.

Sin embargo, él también tenía sus límites como todos los demás.

Estaba pensando en eso, porque definitivamente no le gustaba como Hoseok sonreía cada vez que sus alumnos tiraban una broma en medio del pasillo. << Creo que mi límite es ese >> pensaba, deseando inconscientemente que Hoseok le sonriera así también.

Él había llegado de almorzar y, tal parecía que Hoseok estaba saliendo, porque traía carpetas en las manos y su maletín. A Taehyung le provocaba risa ver el maletín de los profesores de ciencias -o de literatura en su caso-, tan gruesos y pulcros, y la vestimenta tan formal que usualmente tenían.

Pero Hoseok tenía sentido de la moda. Le gustaba eso.

Suspiró, sonriendo victorioso cuando Hoseok se dio cuenta de que le estaba mirando. No apartó la vista, más bien, su ceño fruncido pareció agravarse y el gesto de la sonrisa se volvió tenso. Sus alumnos parecieron notarlo, porque se giraron a verle también con una sonrisa incómoda y luego Hoseok se despidió de ellos, al ver que Taehyung se había cruzado de brazos y se había apoyado en la pared como gesto de que esperaría a por él.

Cuando sus alumnos se fueron, Taehyung recién se dio cuenta de cuánto había extrañado pelear con Hoseok el fin de semana. Sinceramente había extrañado verlo. Desde que le había dado los términos de su petición -o más bien chantaje- Hoseok no había aparecido y Taehyung tampoco había insistido por más que se comiera las uñas de la incertidumbre.

Tal vez debió insistir, al ver las ojeras pronunciadas y el semblante pálido de Hoseok.

- Veo que no has dormido bien, ¿Acaso soñaste otra vez con el sexo sucio y salvaje que tuvimos en tu mente? -se burló Taehyung, antes de que Hoseok pudiera decir alguna palabra.

La cara de Hoseok era un poema, realmente. Taehyung estuvo a punto de carcajearse ruidosamente sino fuera por lo sorprendemente satisfactorio que era ver las mejillas de Hoseok colorearse con tal rapidez, lo que hizo que ignorara por completo su gruñido y expresión asesina, tan indignado que las palabras sólo le salían como resoplidos.

- T-tú... cállate, sólo... cállate -refunfuñó- No entiendo como es que ni siquiera aquí te comportas.

- A diferencia de otras personas, yo me comporto siempre acorde a la situación. No me comporto de una manera diferente para agradar a los demás, yo soy amable con todos -insinuó Taehyung, aunque sabía que estaba siendo realmente descarado. Hasta él tenía sus momentos en que el color de las capas de las pinturas cambiaban.

Hoseok no reaccionó, sólo enarcó una ceja y miró a su alrededor, suspirando cansinamente.

- No vamos a hablar aquí.

Tócame. HOPEV.Where stories live. Discover now