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Taehyung no había dormido en toda la noche avanzando en la escultura, ya recuperado de su resfriado.

Habían pasado dos semanas desde que Hoseok iba a su casa y pareciera que la esencia del profesor jamás se iba de su departamento. Lo veía de reojo por cada rincón, con su esbelta espalda y fuerte presencia, juzgando sus pinturas en los atriles o sus bocetos sin terminar encima de los muebles sin decir nada, luego volviendo a la misma silla que Taehyung no había movido hasta ese momento.

Pasar tiempo con Hoseok, aunque fuera mínimo, era diferente a las expectativas que él se había formado en su cabeza. Al principio comprendía el porqué Hoseok era tan rudo con él, no era tonto; le había chantajeado y sacado de sus casillas, era comprensible que el profesor fuera desconfiado con él. Ya podía decir que conocía al Hoseok irritado y que definitivamente le odiaba.

Pero luego se daba cuenta que Hoseok no lo odiaba completamente, ahora que dormía gracias a las pastillas podía decirse que era hasta amable con él. Obviamente, seguían insultándose la mayoría del tiempo y tratándose sin ningún respeto -más bien Taehyung le trataba sin ningún respeto- pero al menos Hoseok se había interesado en la historia de cada pintura y dibujo que había en su departamento y Taehyung había terminado contando cada una de ellas cuando su lado juguetón y retador estaba dormido al ponerse manos a la obra.

Aún le faltaban muchos detalles a la escultura y aunque Hoseok no le había dejado tocar sin guantes de látex lugares como sus brazos o espalda (aunque los guantes de látex servían también para no manchar a Hoseok con el barro), Taehyung podía recrear el cuerpo del profesor en su mente cada vez que cerraba los ojos de tanto que le observaba. De hecho, si quisiera, podría decirle a Hoseok que ya no le necesitaba para guiarse, pero eso sería, para él, la cosa más estúpida que podía hacer.

Si había llegado tan lejos sólo para crear una relación con el arisco profesor que decía odiarle, tenía que aprovechar cada pastilla que le quedase.

Y es que no era sólo un enamoramiento fugaz, a Taehyung de verdad le gustaba Hoseok física y mentalmente. Incluso en las peleas que tenían le parecía desquiciantemente atractivo, porque siempre tenía una respuesta ingeniosa, y le daban unas ganas horribles de tirarse encima de él y comerle la boca. Pero se contenía porque el profesor siempre le mantenía a raya con su mirada ardiente y su lengua filosa, relamiendo su labio inferior cada vez que decía algo sarcástico.

¿Podría pasar más tiempo con él y hacer más profundo sus sentimientos? Taehyung temía que sí. Que si seguía hablando cada día con él sus sentimientos ya no tendrían fondo. Pero eso poco le importaba cuando una idea se le venía a la cabeza, una meta que quería alcanzar.

¿Y cuál era esa meta?

Que Jung Hoseok quisiera que él le tocase.

Incluso si le llevaba años, Taehyung quería escuchar un << Tócame >> del profesor Jung. O que le pidiera un abrazo en el mejor de los casos. Taehyung sólo quería que Hoseok quisiera que él tocase, que lo necesitara tanto que...

Sabía que estaba siendo estúpidamente codicioso y soñador.

Pero Taehyung era codicioso y soñador. Y nunca le importaron demasiado los métodos para lograr lo que quería.

Menos cuando Jung Hoseok tenía una sonrisa tan malditamente angelical, tal cual como una estrella fugaz, que sólo veía en los momentos más inesperados.

Hoseok era su estrella fugaz.

Porque cuando abrió el balcón de su habitación para que entrase un poco de aire y dejara de oler tanto a barro, ya siendo las seis de la mañana, vio como en la acera contraria al departamento un cuerpo alto y delgado con piernas envidiablemente fornidas trotaba con ropa de lycra deportiva, resaltando su cabello rojizo.

Tócame. HOPEV.Where stories live. Discover now