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Hoseok no sabía cómo sentirse.

Temía que si pensaba demasiado lo que estaba haciendo y se arrepentía, arruinaría todo. Lo que menos quería era eso, arrepentirse y arruinarlo. No cuando por fin sentía que se estaba moviendo más rápido, casi a la par de Taehyung, cuando llegaban los tiempos difíciles. A veces, siente que está a kilómetros lejos de él. No era la primera vez que le pasaba; sentirse lejos del mundo, lejos de su cuerpo. Cuando eso pasa se siente tan perdido, tan solo que es insoportable. Pero entonces, Taehyung se da la vuelta y le toma la mano, haciendo que recobre su alma y pueda sentir que está ahí. Sabe que eso es suficiente para volver a respirar y sonreír de verdad, para saber que la próxima vez que se sienta así, sólo tendría que fijarse en él y así podría correr más rápido y alcanzarlo. Había llegado muy lejos como para detenerse ahora.

Igualmente no podía evitar preguntarse, ¿Si se arrepentía decepcionaría a Taehyung? O tal vez, ¿Se decepcionaría así mismo como otras veces? Porque por más asustado que se sintiera, no podía ignorar la forma en la que Taehyung lo ayudaba pacientemente buscando información por internet y llamando a cualquier contacto que consiguiesen.  Él hacía que todo fuera más fácil.

Había pasado una semana y tres días desde que decidió buscar a Yang Mi, como si sólo así pudiera obtener la medicina que tanto había estado buscando a la herida que nunca sanaba. Algo definitivo que, al abrir los ojos la mañana siguiente, hiciera que se despertara sin ninguna pesadilla más, sin rencores ni remordimientos, sin esa innata coraza. Dar un cierre para siempre. 

<< ¿Se puede dar un cierre a algo así? No, claro que no. Pero quiero creer que existe un tal vez >>, pensó.

Como no tenía idea de dónde partir primero, llamó a mamá Yu para que lo ayudara. Ella le envió todos los documentos y certificados de adopción, incluso fotos del orfanato donde salía él de pequeño con Yang Mi a su lado. Aunque había olvidado como era exactamente su rostro, la reconoció de inmediato. Era una cabeza más alta que él, mucho más pálida y delgada, casi en los huesos, y a diferencia de los buenos recuerdos que tenía de ella, no sonreía en la foto. Tenía ojos vacíos. Negros.

Tal vez porque en la foto también estaba el oficial Choi. Casi vomitó todo su desayuno cuando lo reconoció, aquella sonrisa engreída y cabello ridículamente engominado... sentía que le iba a dar un ataque de pánico, pero después de respirar profundamente y escuchar la voz de Taehyung cantándole -aunque bastante tembloroso, porque Hoseok no dejaba que le tocara demasiado en esas crisis- pudo soportarlo. Acostumbrarse a que su trauma de niño volviera a tener un rostro y no fuera una simple sombra cerniéndose sobre él en sus pesadillas había sido un poco difícil esos días. 

Pero al volver a mirar fijamente la foto, no sintió nada. << Era solo un hombre>> pensó << Un ser que hizo cosas horribles y que estaba muerto por ello>>

- ¿Estás seguro de que quieres mantenerla? -le preguntó Taehyung refiriéndose a la foto, abrazándolo por la espalda y apoyando el mentón en su hombro. Desprendía un suave aroma a la taza con chocolate caliente que dejó a su lado, a shampoo de vainilla y a la crema de afeitar, por lo que no pudo evitar inhalar y voltear el rostro para darle un beso en la mejilla. Su abrazo siempre se sentía muy cálido, pero lo era mucho más al vestir ese pijama de polar con dibujos de oso. Cada vez que lo observaba, no podía evitar fijarse en los detalles, como en la adorable forma en la que su cabello corto se ondulaba en las puntas y rozaba sus lentes cafés. En el esmalte transparente de sus uñas perfectamente cortadas o en las ojeras bajo sus ojos. Tenía los parpados un poco hinchados de tanto leer.

Un Kim Taehyung cansado y soñoliento era una de las facetas más adorables que Hoseok tenía el placer de presenciar. 

- Creo que a mi madre le gustaría tenerla -respondió, encogiéndose de hombros y dejándola a un lado. Agarrando la muñeca de Taehyung lo guió para que se sentara en su regazo, entre él y la mesa. No dudo en abrazarlo de la cintura cuando apoyó la cabeza en su hombro, poniéndose cómodo y así volviendo su aroma más intensamente dulce. Estaba tan tranquilo a su lado que no pudo evitar sentirse igual de cansado, queriendo solo abrazarlo para dormir sin ninguna preocupación. 

Tócame. HOPEV.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora