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Ambos estaban muy nerviosos, aunque no lo parecían.

Cuando se bajaron en la estación de Ilsan-Dong y se fueron caminando por las calles de aquel lugar que nunca habían visitado antes, trataron de no sentirse fuera del mundo. De no sentirse extraños, no entre ellos, sino con la situación.

Hacían comentarios sobre lo bonito del paisaje, sobre los árboles frondosos, el cielo con su paleta de colores celestes y el blanco de las nubes, y lo que harían el fin de semana. Querían ir al santuario Fushimi Inari-Taisha en Japón a sacarse muchas fotos y al museo Ghibli que quedaba en Mitaka, aunque aún no estaban tan seguros de si les alcanzaría con el dinero que llevaban juntando y el que tenía Taehyung para su estadía en Francia. Si calculaban los días, quedaba menos de un mes para que hiciera su viaje.

Durante todo el trayecto, solo hablaron de los lugares a los que querían ir como si todo estuviera a su favor. Se sentían mejor hablando del futuro que querían crear juntos, que del lugar al cual se dirigían.

Hoseok no podía olvidar la conversación que tuvo con la madre adoptiva de Yang Mi. Era increíble que aún mantuviera su número, después de tantos años, pero no le sorprendía el que Yang Mi ya no viviera con ella. Incluso podía verse así mismo años antes, cuando decidió dejar de ser una carga para mamá Yu, aunque ella juraba que no lo era. 

Y no era que le hicieran sentir como una carga. Todo lo contrario, ellos le querían. Hoseok se empeñó por ser un buen hijo, a pesar de todos sus problemas, su rebeldía, sus ataques de pánico y su depresión, era obediente con sus padres adoptivos y siempre tuvo notas lo suficientemente buenas. No eran las mejores, pero toda su vida fue la de una montaña rusa; habían días muy buenos, como su graduación, o días muy malos, como cuando llegaba el aniversario de la muerte de su madre, su cumpleaños; o cada vez que pensaba que su existencia no valía nada y que vivir era demasiado doloroso. Los días buenos solo eran esos días en que no pensaba en morir de mil maneras distintas.

Con Taehyung a su lado, todos los días eran maravillosos. Incluso ese día.

- ¿Por qué crees que la madre adoptiva de Yang Mi esté tan enojada con ella? -preguntó Taehyung, cuando vieron que quedaba una cuadra para llegar a la dirección que le habían dado.

Hoseok recordaba la conversación, una y otra vez. La voz seria y fría de esa mujer, diciéndole que Yang Mi no era su hija, sino una mala agradecida que arruinó toda su vida. Él le preguntó el porqué, pero ella no quiso decirle nada más y colgó. Después de mucha insistencia y la concisa intervención de Taehyung, la señora les dio la dirección en donde Yang Mi vivía para librarse de ellos.

- Vuelvo a decirles, esa perra no es mi hija ni nunca lo será -fue lo último que dijo antes de colgar.

Taehyung y Hoseok no volvieron a llamarla después de eso.

- No puedo imaginarlo -le contestó Hoseok, sin dejar de mirar la punta de sus zapatillas, con las manos en los bolsillos de su polerón-. Debió haberle hecho algo horrible para referirse así de ella. 

Taehyung tragó en seco, su estómago revolviéndose ante la idea descabellada que se le cruzó por la mente formando un bolo de miedo en su interior. Tomando la mano de Hoseok para que se detenga antes de cruzar la calle, se puso frente a él para que dejara de avanzar. En su rostro se vislumbraba una profunda preocupación y temor.

- ¿Realmente crees que sea buena idea ir? -antes de que Hoseok le respondiera, lo interrumpió-. Ya sé que estamos aquí, pero aún no es demasiado tarde para volver.

Agarraba sus manos con fuerza, como si estuviera a punto de tirar de él para que se devolvieran lo antes posible a Seúl. Hoseok admiró cada detalle de su rostro fijo en el propio, y casi podía sentir su inquietud como suya. Tratando de lucir más calmado de cómo realmente se sentía, preguntó curioso y a la vez descolocado.

Tócame. HOPEV.Where stories live. Discover now