6.- Dinamitas (*)

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Montserrat 

Al día siguiente me encontraba en las mismas situaciones o incluso peor. Las ganas que tenía de salir de casa eran prácticamente nulas, pero mi mente no dejaba de recordarme que había quedado con Jack en la noche y no podía huir de eso. No más.

— ¿Estás segura que te sientes bien como para salir? —Observo a mi madre entrar a la habitación sosteniendo una taza entre sus manos, la cual me entrega cuando se encuentra lo suficientemente cerca.

—Si —respondo tomando la taza entre mis manos—. Solo estoy un poco cansada, nada como para alarmarse.

—Bueno, nunca se sabe que tan grave puede ser —añade—. ¿Por qué no vas al médico?

Una de las cosas más exasperantes de mi madre, era su constante paranoia respecto a cualquier malestar, recuerdo las innumerables veces en las que prácticamente nos arrastraba a las salas de las clínicas para comprobar que el dolor de cabeza, era solo eso, un dolor de cabeza.

Sin embargo, ahora ya tenía la edad suficiente como para saber que esto no era motivo para agendar una cita con nuestro médico de cabecera, era un simple malestar, y es todo.

Ella continúa insistiendo y tengo que hacer uso de mis mejores estrategias de sutileza para hacerla cambiar de tema. Aunque lo consigo, no es del todo el rumbo que quería tomar.

—¿Por qué mejor no me dices que tal van las cosas con ese chico con el que sales? —inquiere—. ¿Cómo dijiste que se llama?

—No estamos saliendo —objeto—. Y se llama Jack.

—Bueno, a mí me parece otra cosa —asegura—. Ser madre de tres me ha dado ciertas habilidades. Y sé que no es un simple chico.

Le doy un sorbo a la taza de té sin dar una respuesta, eso parece ser suficiente para mi madre porque se incorpora con gesto satisfecho, y se despide antes de salir.

Dejo la taza sobre la mesa de noche, tomo el celular en el momento exacto en el que este se ilumina y el nombre de Jack aparece en la pantalla.

"Confío en que no me dejarás plantado, lindura"

Resoplo al leer la última palabra.

"Si me sigues llamando lindura, no habrá cita. Y en todo caso ¿Cómo tienes mi número?"

Mantengo una leve sonrisa en los labios cuando la confirmación de lectura aparece de manera inmediata.

"Me llamaste ¿lo olvidas? El número quedó registrado. Nos vemos a las ocho"

"Nos vemos a las ocho"

Tras responder, bloqueo el celular y lo dejo a un costado, me reprendo a mí misma al descubrirme sonriendo de esta manera. ¿Qué es lo que ocurría conmigo?

 ¿Qué es lo que ocurría conmigo?

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Inesperado Amor ©||EN EDICIÓN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora