31.- No me iré

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Montserrat

Una semana había pasado, semana en donde no había tenido noticias de Jack. Sabía que había actuado mal aquel día en la tienda departamental al haberle permitido a Dave tomar demasiadas decisiones que deberían ser Jack y mías, pero no había encontrado la forma de disculparme.

Jack tenía razón, yo sabía que él estaba haciendo su mayor esfuerzo para poder demostrarme que era sincero y le creía, o eso era lo que me repetía a mí misma una y otra vez. No podía desconfiar de Jack, además, no debí de haber reaccionado de la manera en la que lo hice aún si él estuviese coqueteando.

Jack Morgan y yo no éramos nada, yo misma se lo había dejado en claro en cientos de ocasiones así que no tenía derecho de sentirme como lo hacía.

—Debería sentirme mal porque no me estás haciendo caso. —La voz de Anna logra sacarme de los pensamientos en los que me había adentrado. Centro mi atención en ella, Anna me observa con una ceja alzada mientras espera una respuesta de mi parte.

—Lo siento —Me disculpo — ¿Qué decías?

—Nada, ya no importa —responde soltando una pequeña risa —Mejor dime ¿Qué es lo que te tiene tan pensativa?

Anna, a pesar de que es mi mejor amiga seguía sin saber que tenía contacto con Jack. Se sentía mal mentirle, hacerle creer que él seguía sin contactarnos, pero no encontraba forma de hacerlo.

Es decir, no quería que ella me tuviese en un concepto de debilidad. No cuando ella parecía ser la mujer más fuerte que conozco, no soportaría sus reproches.

—Nada —respondo con una pequeña sonrisa—. No es nada.

Ella no luce demasiado convencida, coloca una de sus manos sobre su vientre y eso me hace sonreír aún más.

Nuestros hijos se llevarían escasos meses de diferencia, estaba segura de que lograrían ser buenos amigos, nosotras nos encargaríamos de eso.

—Hace mucho que no salimos —añado —¿Cómo van las cosas con William?

—Oh, de maravilla —responde colocando una sonrisa enorme en el rostro—. Estamos demasiado emocionados por la llegada de nuestro bebé, faltan escasos dos meses para poder tenerla con nosotros.

—Será una niña hermosa, con los genes que ustedes se cargan seguro nace la siguiente súper modelo —Bromeo.

Anna ríe, le doy un último sorbo al vaso de jugo que se encuentra frente a mí y consulto la hora. Suelto una maldición haciendo que Anna me observe con curiosidad.

— ¿Qué pasa? —inquiere elevando una de sus cejas.

—He olvidado por completo la cena que tendría con mi familia. Mis hermanos irán a mi departamento y Caleb llevará a su conquista del momento —respondo rodando los ojos—. Se me ha hecho tarde.

—Como es costumbre —expresa empleando un tono bromista, le lanzo una mirada de fastidio, pero no puedo evitar que una sonrisa se filtre en mis labios.

Saco mi cartera para poder dejar el dinero correspondiente de mi comida, pero Anna eleva una de sus manos.

—No te preocupes, esta vez invito yo —dice mientras busca su cartera dentro de su bolso. —Ahora creo que tienes que marcharte antes de que se te haga más tarde de lo que ya se te hizo.

—Sí, tienes razón. —Me despido de ella y salgo tan rápido como mi embarazo de seis meses me lo permite.

Una de las cosas que más odiaba de no poder conducir, era el hecho de tener que pescar un taxi. Mis hermanos habían insistido en que conducir en mi estado sería demasiado peligroso, por lo que Luke había prácticamente robado la llave de mi auto para que no pudiera usarlo. Por Dios, ese hombre necesitaba clases para aprender a respetar la privacidad ajena.

Inesperado Amor ©||EN EDICIÓN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora