7.- Sospechas (*)

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Montserrat

La cantidad de trabajo que tenía por delante era verdaderamente agobiante. Llevaba cerca de medio día dentro de mi oficina en el estudio revisando el centenar de diseños que tenía que aprobar, lo que había hecho que los planes que tenía con Jack sufrieran un pequeño cambio.

El pasaría a buscarme en el estudio en lugar de en mi casa, porque lo cierto era que no quería cancelar esa cita por nada. La escasa convivencia que habíamos tenido resultaba más agradable de lo que había previsto, me sorprendía a mí misma pensando en él más de lo debido, y convenciéndome de que nada malo podría resultar.

— ¿Mucho trabajo? —elevo la mirada encontrándome a mis dos amigas. Karen y Amanda mantienen una sonrisa en el rostro mientras toman asiento enfrente de mí.

—Demasiado —Respondo. — ¿Qué pasa?

—Bueno, últimamente nos has tenido abandonadas —Menciona Karen — ¿Qué te parece si dejas ese trabajo a un lado y nos acompañas a comer?

—Me temo que no va a ser posible, ya he quedado con alguien. —Ellas comparten una mirada de confusión antes de volver a mirarme.

— ¿Cómo? ¿A caso...? —Ambas sueltan un chillido haciendo sufrir a mis oídos. Hago una mueca y las mando a callar al instante, sin embargo, parecen no querer detenerse y ahora las tengo bombardeándome con todo tipo de preguntas sobre Jack.

—¡Tienes que contarnos como pasó!

—Bueno, tienes que agradecernos ya que por nosotras es que tú y ese galán están saliendo —añade Amanda con una sonrisa.

—Oh, no. No crean que he olvidado ese detalle—. Advierto—. Nada les daba el derecho para hacer algo como eso.

—Oh, vamos. No seas tan rencorosa, al final, algo bueno resultó.

—Resulté acosada por Jack durante un par de días —les recuerdo—. Y sí, resulto agradable al final, pero ¿qué tal si era una clase de asesino en serie? ¿O un psicópata?

—Definitivamente miras demasiada televisión —dice Amanda—. Pero eso no es lo importante, te ofrecemos disculpas, no volverá a suceder.

Antes de que ellas o yo, pudiésemos decir algo, el sonido de mi celular hace que las tres miremos en dirección al artefacto que se encuentra sobre el escritorio. Los chillidos y gritos por parte de las dos mujeres que tengo enfrente vuelven a escucharse, y tengo que rogarles que se callen.

—Hola —Saludo. Gracias al cielo mis dos acompañantes permanecen en silencio.

—Hola lindura —plasmo una sonrisa en mis labios apenas lo escucho llamarme de esa forma—. Escucha, sé que quedamos en salir hoy y que pasaría por ti, pero me ha surgido un trabajo de imprevisto, lo lamento ¿Podemos dejar la salida para otro día?

La sonrisa de mis labios decae, sin embargo, me las arreglo para sonar lo más normal posible. No quería que Jack se diera cuenta de que su llamada me había logrado decepcionarme un poco.

—Claro, otro día será entonces. No hay problema —respondo.

—De acuerdo nena, te mando un beso. —Tras decir eso, la llamada se cuelga y elevo la mirada para encontrarme con la mirada curiosa de mis amigas.

— ¿Qué pasó? —cuestiona Amanda.

—Le ha surgido trabajo y no podrá pasar por mí —respondo elevando mis hombros para restarle importancia.

—Entonces ¿Vienes con nosotras? —Inquiere, le dedico un asentimiento mientras comienzo a recoger las cosas que están sobre el escritorio y comienzo a guardarlas en dentro de mi bolso.

Inesperado Amor ©||EN EDICIÓN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora