33.- Enfrentamiento

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Montserrat.

Anna me observa con desaprobación desde el lado de la habitación en la que se encuentra, sé que está enojada. Puedo verlo debido a la forma en la que mantiene cruzados los brazos sobre su pecho y por la dura mirada que me ha dedicado desde que le comuniqué lo que había ocurrido.

—No fue nada grave, más que la lesión en el hombro y algunos golpes. Estoy bien.

—Sí, gracias a Dios lo estás, pero... ¡Soy tu mejor amiga! —grita—. Se supone que debo de estar enterada de este tipo de cosas. Tú madre pudo llamarme, o alguno de tus hermanos.

—Lo siento —intento disculparme, pero sé que es casi imposible que ella me escuche.

No habíamos tenido la oportunidad de hablar, ni salir con frecuencia. Sin embargo, era consciente de que la amistad seguía ahí. Solo que ella estaba tan enfrascada en su trabajo, pendiente de su embarazo que no quería darle una preocupación más.

—Somos mejores amigas Montse, estas cosas son las que deberíamos decirnos —reprocha—. Comienzo a sentirme desplazada.

Un mohín se forma en sus labios haciéndome reír.

—No seas tonta —respondo—. No estás siendo desplazada, eres y siempre serás mi mejor amiga.

—Oh bueno ¿De qué me sirve el título si soy la última en enterarme de las cosas? Tal vez deberías dárselo a esa chica, ¿cómo es que se llama? Ah, sí. Amanda, ella parece más tu mejor amiga.

—Amanda está saliendo con Caleb —le aclaro—. Por eso estuvo en el hospital, porque estaba con mi hermano cuando ocurrió el accidente.

—Bueno, eso es un consuelo para mí —admite—. Me alegra que estés bien, de verdad.

—No tienes nada de qué preocuparte —le aseguro.

—Aprovechando ahora que ya me encuentro aquí —comienza a hablar, camina hasta donde me encuentro para sentarse a un lado de la cama—. ¿Has pensado en un Baby Shower? —inquiere elevando una de sus cejas.

Asiento.

—Sí, es una idea que definitivamente tengo que llevar a cabo —Pronuncio —Un baby Shower doble sería estupendo ¿No lo crees?

Ella ríe mientras asiente y se incorpora nuevamente de la cama.

—Tengo que irme, una propuesta de matrimonio está siendo planificada y yo tengo que entretener a la futura novia.

—De acuerdo, wedding planner —respondo mientras me incorporo de la cama para poder acompañarla hasta la puerta.

Las escaleras del departamento ahora se habían convertido en mis peores enemigas, por eso no las usaba a menos que sea necesario venir a mi habitación. La idea de bajarla al primer piso ahora no era tan mala, pero de solo pensar en el enorme trabajo que eso significaba las ganas se me esfumaban.

—Adiós—. Anna se despide con un gesto de una de sus manos—. No olvides llamarme si pasa algo, lo digo en serio.

—Lo haré —prometo. Ella me dedica una última mirada antes de encaminarse hacia el pasillo y adentrarse al elevador. Las puertas de metal se cierran, por lo que tomo una inhalación antes de regresar al interior de la casa.

Una de mis manos se coloca sobre mi vientre, imparto una caricia mientras una sonrisa se apodera de mis labios. Faltaban menos de tres meses para el parto, comenzaba a sentirme más ansiosa conforme el tiempo avanzaba, quería que todo estuviera bien, deseaba asegurar que nada malo pasaría.

Inesperado Amor ©||EN EDICIÓN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora