36.- Deseos (*)

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Montserrat.

Para decepción mía Jack y yo no pudimos reunirnos los días siguientes tal y como todo estaba planeado. El trabajo en la empresa que él y su mejor amigo comenzaban a poner en marcha le consumía demasiado tiempo de su día a día, es así que nuestro tiempo de convivencia se había vuelto prácticamente nulo.

No quería sentirme mal por eso, era consciente del esfuerzo que costaba conseguir que una empresa porque yo lo había vivido a mis veintitrés años. El estudio de moda lo fundé cuando iba en mi último año de universidad, justo cuando estaba por cumplir los veintiún años. Supongo que fui privilegiada al obtener el primer financiamiento por mi padre, aunque me aseguré de devolverle cada centavo. Nada fue gratis. Habían sido meses lo que me costó hacer que funcionara y lograr que sus bases quedaran bien cimentadas por lo que entendía por lo que Jack estaba pasando ahora.

Es así dos semanas después, el único contacto que teníamos eran las llamadas y los mensajes que había entre nosotros, las llamadas de varias horas eran el consuelo que me daba al no poder verlo, pero estaba bien con eso. Escucharle era suficiente.

Mi embarazo iba viento en popa, excluyendo la hinchazón que se había adueñado de mis pies y de los calambres que en ocasiones experimentaba, todo iba perfecto. Estaba entrando al séptimo mes, y la visita a la ginecóloga para corroborar que todo estuviera en orden era dentro de quince días, tenía que hablar con Jack al respecto, sabía que él estaría más que dispuesto a acompañarme por lo que tenía que comunicarle el día y hora de la cita.

No había sabido mucho de Dave desde la última vez que nos vimos, según lo que Caleb me había contado, Dave había tenido que salir de la ciudad de manera imprevista por razones de trabajo, lo que no me quedaba claro era por qué se había ido sin despedirse. Jamás se marchaba sin decir nada, por lo que las palabras que Luke había mencionado hace un par de semanas comenzaban a tener sentido.

Jamás se me había pasado por la mente siquiera que Dave pudiera sentir algo por mí, atribuía todos sus gestos de cariño por el aprecio que debía de sentir por mí por ser la hermana menor de su mejor amigo. Que ingenua había sido y ahora comenzaba a darme cuenta de eso.

Él debería de saber que no correspondería a sus sentimientos, le quería muchísimo, pero no podría fingir más allá de ese cariño de casi hermanos que le profesaba.

—Tierra llamando a Montse —sacudo con discreción la cabeza cuando Anna chasquea los dedos frente a mi rostro.

Mantiene una sonrisa burlona en el rostro mientras me observa esperando que le dé una respuesta.

—Lo lamento —mascullo observándola—. ¿Qué era lo que decías?

Anna me observa con curiosidad por algunos segundos, se mantiene en silencio simplemente observándome y eso comienza a inquietarme.

— ¿Qué? —inquiero soltando una pequeña risa.

—Sé que eres distraída, pero jamás habías llegado a este punto —comenta riendo—. ¿Tiene que ver con ese tal Jack? —cuestiona ladeando la cabeza.

—No —miento porque no estoy dispuesta a auto sabotearme, si le decía que sí, Anna pasaría gran parte de su tiempo molestándome.

—De acuerdo, entonces eso quiere decir que sí —articula—. Deberías de presentarnos, soy tu mejor amiga y tengo que darle mi aprobación.

Niego mientras me acomodo en el suave sillón de mi habitación.

— ¿Por qué mejor no me dices cómo van los preparativos para tu baby shower? —inquiero —ya que has decidido que es mejor celebrar uno tú sola, entonces no me queda más opción que preguntarte cómo va todo— hablo con un fingido reproche en mi tono de voz.

Inesperado Amor ©||EN EDICIÓN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora