27.- Impulsos. (*)

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Montserrat

El contacto de sus labios contra los míos parece causar un torbellino dentro de mi ser, la explosión de emociones que se produce en el momento justo en que nuestros labios comienzan a moverse es sin duda alguna maravillosa.

Jack mantiene sus manos a los costados de mi rostro, por instinto coloco mis manos sobre las de él. En una fracción de segundo todo parece esfumarse, todo el torbellino de emociones negativas se reduce a polvo y solamente me concentro en disfrutar del sabor de sus labios.

No quiero separarme, sin embargo, termino haciéndolo cuando la realidad llega a golpearme. Esto no debe de estar pasando. Me separo de manera rápida, retrocedo un par de pasos mientras mantengo los ojos cerrados con fuerza.

—Montse...

—No. —Me apresuro a negar, Jack se mantiene en silencio y me tomo un par de segundos antes de armarme de valor. Todas las sensaciones maravillosas que había experimentado se esfuman en un microsegundo. Las dudas vuelven, los recuerdos dolorosos y tortuosos regresan con más fuerza que antes.

—Lo lamento. —Se disculpa—. No debí hacer eso, no...

—No, no debiste —Reprocho, tomo una profunda inhalación para después soltar el aire poco a poco intentando tranquilizarme. Tomo mi bolso que se encuentra sobre el sillón y me lo cuelgo en el hombro, sin embargo, antes de que pueda hacer otro movimiento Jack me toma del brazo.

Su agarre no es demasiado fuerte, no ejerce demasiada presión, pero es suficiente para lograr que me quede en donde me encuentro.

—No podemos confundir las cosas Jack —mascullo—. Ya lo he dicho antes, la única relación existente entre nosotros será por el bien de nuestro hijo, para que no crezca viendo que sus padres no son capaces de llevarse bien.

—Montserrat déjame explicarte —pide—. Sara no significa nada, tú en este momento en cambio significas todo para mí.

Retengo la respiración, sus palabras logran causar un efecto en mí por lo que pese a todos los gritos que mi mente emite para que no lo escuche, termino asintiendo.

—Bien, si quieres explicarte yo no soy nadie para detenerte—. Me dejo caer sobre el sillón, esperando que el comience a hablar.

No lo hace de inmediato, toma algunos segundos para tomar una profunda inhalación y luego toma asiento justo a mi lado.

—El día en que te conocí en el club no tenía idea de que serías tan importante para mí Montserrat, jamás he sido un hombre de compromisos, de hecho, le rehúyo a todo lo que tenga que ver con esa palabra, pero cuando apareciste...todo eso cambió. —Se detiene por algunos segundos, no hago nada más que mirarlo en completo silencio.

—Sara Allen era lo más parecido que tenía a una novia antes de conocerte, ella jamás me había exigido un compromiso, jamás exigía conocer a mis padres, o si quiera el llamarla mi novia. —Desvía la mirada, puedo ver como se debate entre continuar o no —Yo estaba bien con eso, creía que eso era lo mejor porque nadie me pedía explicaciones, nadie me exigía nada y yo amaba sentir esa libertad o lo que sea que yo estaba viviendo confundiéndolo con libertad.

—No creí que tuviese algún problema con que dejáramos de vernos, es decir, no éramos nada formal. —niega levemente—. No quiero que por ella el avance que ya habíamos logrado desaparezca, no quiero sentir como te alejas nuevamente.

—Jack, no me estoy alejando —pronuncio—. Simplemente estoy tomando el lugar que me pertenece, no soy tu novia ni tenemos un compromiso por lo que no puedo pedirte explicaciones ni quiero que tú te sientas con la obligación de dármelas. No hemos avanzado, lo único que hicimos fue comportarnos como los adultos que somos, actuar con madurez y hacernos responsables de nuestras acciones, eso es lo que ha pasado.

Inesperado Amor ©||EN EDICIÓN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora