2.Te Lo Dije

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Jugamos a conocernos

A atraparnos en nuestros propios debemos

A no traspasar nuestros sueños

A minimizar los daños del quiero o no quiero

A vivir del debo

Confundiendo quiero con debo

Jugamos tropezando

Nos sentimos acosados por

Un “Te lo dije”

Hasta que nos topamos con una barrera

Nosotros mismos

LUIS

Sentirse insuficiente, unido a una sentencia de “estás perdido” puede marcar una etiqueta irrevocable de la que no salir nunca, un “no puedes” tuyo que se incrementa con voces huecas y desconocidas que quizás nunca llegaron a ser pronunciadas, aun así pueden hacerte cargar con una mochila que acarrear moitos años, que te hacen perderte, sin querer encontrarte, solo huyendo en vez de perseguir un objetivo, serpenteando oportunidades y pisando ilusiones que uno mismo cree tener.

Contando minutos desaparecidos me encontraba cada día desde hacía algunos meses o tal vez toda mi vida, parecía que todas mis ilusiones y sueños parecían ser simples fantasías del mismo niño que con once años se fugó de su casa para hacer un graffiti en una pared con la pandilla de amigos, o con trece se infiltró en el campamento de verano de chicas y les toco la guitarra para engatusar a las más pequeñas, o como con quince años le cogió las llaves del coche a su hermana para ir a buscar a la chica que le gustaba al final de la calle y parecer adulto, o tal vez como  con 18 años se compró un billete a Madrid y abandonó la carrera de derecho, pero es que ese era yo también, al final somos la suma de disparates que hacemos realidad, pero que evitamos siendo coherentes, o al menos intentándolo, puesto que la coherencia no es lo mío… algunos podrían alabar mi espontaneidad y otros simplemente dirían que soy un idiota integral…ambos tendrían razón.

Realmente siempre andaba perdido, si me preguntasen que he querido ser no sabría con certeza, mi primera apuesta diría que fue pasar por la faceta infantiloide de querer ser futbolista cuando me echaron del equipo de futbito escolar con 8 años,  porque me gustaba más incordiar a mi primo Efrén y hacer bromas con mi vecino Roi, o vacilarme de mi amigo Javi cuando metía gol… ¿quién echa a un niño de un equipo de fútbol? Aunque la verdad es que siempre he sido muy inquieto.

Cuando cumplí nueve años pasé por la etapa idealista de querer ser veterinario, mientras mis amigos jugaban a cazar lagartos yo quería protegerlos, recuerdo que por esa época mi tío tenía caballos en la finca del pueblo de mi abuelo y que cuando uno murió me sentí impotente porque no había llegado a tiempo el veterinario  y yo quería ayudar.

A los once años me gustaba dibujar, se me daba bien pero también las matemáticas, no se podía decir que fuera alguien sumamente inteligente, pero pasarme cursos fugándome de clase y seguir aprobando con notables indicaba que tampoco era muy cortito, descubrí que no podía vivir de hacer graffitis en la calle y tampoco me despertaba tanto interés como para dedicarme al arte.

Cuando con trece debía elegir optativas tiré por ciencias pues pensé que al no ser malo en matemáticas y gustarme dibujar, una ingeniería no sería mala idea, bueno decir que era idea mía era mucho decir.
Mi madre me daba ideas sueltas, cada día una diferente; a un día me decía bombero que al otro arquitecto, confiaba mucho en mí aunque la sacaba de quicio con mi personalidad cambiante de adolescente irrefrenable,  pero con 15 años al recibir la noticia de que debía repetir abandoné ciencias y me metí a letras, tras el estupendo “te lo dije” de mi padre.

EN LOS MAPAS DE LA PIELWhere stories live. Discover now