59. Barro

1.6K 100 124
                                    


Viene y va

Se enfría mi hogar

Se hace barro y hielo

Aunque llega la luz

Y siempre hay un ángel

Para tocar el cielo


LUIS

Mis manos tiemblan ante la temperatura del cielo cubierto de la madrugada a la que me lanzo caminando, quizás una sencilla camiseta no sea la prenda ideal para un octubre gris  aunque viva en un paraíso soleado o que vendan como tal, quizás había arrastrado conmigo el fuscallo de Galicia y la tentativa de la choiva a esta isla, quizás simplemente fuese un día nublado, en un día donde algún charco crea barro a falta de hielo, en un otoño más que declarado negándome a olvidar lo que el verano me regaló.

Un verano donde había aprendido a amar la idea de establecerme, de echar raíces en esta isla que podía ser mi escondite particular, un pequeño reino donde sentirme un gigante capaz de por fin vencer a mis inseguridades y encontrar en mí mismo la felicidad para ofrecer lo mejor de mí a un nuevo ser que yo mismo había creado, que iba a cambiar mi mundo, que iba a ser mi universo.

Iba, tiempo pasado por mi derrota interna, cuando en realidad es un presente incierto, sintiendo estar en el barro, hundiéndome.

Jamás pensé que acudir a la ecografía por la que tanto había luchado iba a perderla por mi propio pie, por mi propia decisión, ante tres palabras emitidas por una doctora cuya placa indicaba llamarse Erica, tres palabras que rondan mi cabeza desde ese momento, tres únicas palabras;  Displasia ectodérmica hipohidrótica.

No pensé que ver llegar a la ginecóloga de Gaby, Erica, con sus facciones dulces de mediana edad me iba a dar un vuelco a mi vida, porque sin apartar la vista de su historial rompió mi corazón al no darse cuenta de que Gaby no estaba sola, sino conmigo y cayó como agua fría sus palabras pronunciando que Gaby estaba en el límite gestacional para poder realizar una interrupción del embarazo.

La sensación de perder el suelo se hizo presente, así como un agujero en mi estómago me invadió, me puse pálido y mis pies no supieron actuar, Gaby omitió lo que había escuchado y pasó tras la cortina pero mis pies no supieron pasar hacia el interior de esa sala, dejando sola a esa mujer en cuyo vientre llevaba esa esperanza rota que me atormentaba.
Era demoledor escuchar como Gaby estaba intentando ser concienciada de la situación por Erica, y yo a tan solo centímetros me dejé caer y hundir.

El latido de ese corazón inundo la sala y yo solo pude dejarme caer pared abajo, sintiendo hielo dentro de mí, rompiéndose y quedando deshecho, como si mi pecho estuviera siendo  pisado por un gigante y mi respiración se ahogase, porque no funcionase el aire de mis pulmones, sufriendo como si lo hubiera perdido aunque pudiera oír su corazón aún.

Erica se dio cuenta de mi ausencia y fue ella la que llamó inmediatamente para que  me asistieran a mí en lugar de a Gaby, a pesar de que simplemente no respondía, las palabras de Gaby discutiendo con Erica sobre mí y una vida que aún no había nacido merodeaban pero yo sólo me dejaba caer en el suelo, mientras una enfermera conseguía tranquilizar a Gaby quedando relegada de mi vista para mi suerte, pues no podía mantenerle la vista mientras Erica intentaba aminorar mi pena con palabras suaves, y optimistas.

Un maldito ataque de ansiedad me había dejado relegado a la nada y ante la insistencia de Erica cedí a que me atendieran dejándome aturdido médicamente mientras ingresaban a Gaby por su peor estado de ansiedad, porque necesitaban hacer más pruebas y ver si era aún conveniente esa interrupción.

EN LOS MAPAS DE LA PIELOnde histórias criam vida. Descubra agora