12.Donde Está Mi Lugar

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Sentirme

Velarme

Aguantarme

Perderme

Sin saber dónde está mi lugar

AITANA

Puede que todos tengamos la duda de ser suficientes en algún punto, de si valemos lo que creemos, de que no seamos error sino acierto en el camino de alguien, que seamos el certero aire que guíe el velero a su ruta adecuada, pero tal vez a veces nos perdemos un poco a nosotros mismos intentando ser aire que impulse a otros hacia su lugar pero ¿Dónde está mi lugar?

Se acercaba estrepitosamente la fecha de los dos exámenes a superar en la convocatoria de Septiembre, como también se acercaba el momento en el que sabía que explotaría y terminaría pagando mi rabia con un descenso de mis energías, pasar de sociabilizar en casa por mi irritabilidad con portazo en la puerta de mi habitación incluido y un mudo llanto de impotencia en la esquina de la misma junto al escritorio, no era algo que viniese de golpe.

Días antes siempre sentía esa presión en mi nuca y mi pecho ardía necesitando buscar una camiseta con el cuello lo suficientemente gastado para poder alargarlo aún más en un intento de desahogar la presión en torno a mi cuello, que sabía por descontado que no procedía de mi vestimenta, sino de lo que mi cerebro elucubraba con la posibilidad de fallar, con los ¿ y si…?

Lo que a veces me ahogaba era la decepción que pudiera causar, no podía dejar todo atrás, no después de haberme hecho una rutina de estudio en este verano y haber aprobado  ocho de las diez asignaturas, además de tener todo el primer año aprobado, sería una auténtica locura que con 18 asignaturas aprobadas dejase la carrera, esa era la interpretación a la que me agarraba para no ceder a la vía fácil de dejarlo, me sentía bien haciendo varias cosas a la vez y esta no podía ser menos, quería seguir adelante.

A parte, yo nunca daba problemas, era el tranquilizante para mi entorno, calmaba la locura de Amaia, era la racional de todos mis primos cuando se juntaban en reuniones familiares, la única que había acertado con su elección de carrera, al menos en teoría, por otro lado era parte del bando sensato que ayudaba a mi padre a hacer entrar en razón a mi madre cuando se le metía entre ceja y ceja algún proyecto descabellado como había sido la última reforma del salón,  era la que mantenía una estupenda organización en mi relación de pareja, Pablo era metódico pero dejaba caer en mi la organización de los planes conjuntos, por ejemplo elegir unas mini vacaciones juntos, a un hotel en el sur de la isla o algo low cost.

Sin embargo este año la organizadora había fallado y no había movido un ápice mis intenciones ni mis dedos en el teclado del ordenador para buscar nada, y de eso mismo discutíamos en este momento previo a mi reconocida irritabilidad pre-exámenes, es cierto que sentía que fallaba, pero no podía más, debía anteponerme a mí, su último mensaje me dejaba constancia de que si no habíamos hecho nada era porque yo no había decidido aún que hacer y ya estábamos a más de mitad de agosto, me irritaba que asumiese que era algo que organizar yo sola,  excusándose en el “a ti que te gusta organizar”….

Me molestaba mantener esa ridícula pelea por mensajes cuando estaba agobiada con los exámenes y el trabajo, además sin más ni más mi madre y Pablo se habían compinchado para ir a comer la casa de la playa de los padres de Pablo, sin consultarme si yo tenía que estudiar o tenía otro plan, ya el viernes había sido incómoda tanta formalidad para repetirlo el domingo, y es que independientemente de que no era la manera de actuar, justamente había prometido a Amaia una tarde de sábado light en la playa que culminara en irme a dormir a su piso para estudiar también al día siguiente, pero mi madre casi monta la de cristo por intentar rechazar la oferta de mis “futuros suegros”, como los denominaba con esa etiquetita innecesaria e inexacta.

EN LOS MAPAS DE LA PIELWhere stories live. Discover now