11.Cien Errores

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Mil pasos

Cien holas

Cien errores

Cien aciertos

Cien felicidades

Cien lo lamento

Cien veces Cien

Cien veces yo

Cien veces perdón

LUIS

Cien veces puedo cambiar mi destino, cien veces me puedo equivocar para dar por sentado mi camino, de docenas de aciertos que acumulo otros cien errores me invocan, huir sin camino ni destino ha sido mi mayor error, pero nunca lo veo como error, solo situaciones que merecen un perdón, porque nunca me arrepiento de lo vivido, nunca me arrepiento de ser yo.


Mantengo la mirada fija en los ojos miel que me atraviesan, que me imperan una justificación de la que ignoro la pena a recibir o el daño causado, ignoro todo y a la vez soy consciente de que he sido culpable, de que temo todo y nada, de que soy imperdonable y que he fallado como otras cientos de veces.
El gimnasio no me parece el mejor lugar para empezar a recibir acusaciones sin saber el motivo, por ,mucho que me cueste aceptarlo  parece que sigo manteniendo una relación que pertenece a mi vida privada y mi puesto de trabajo no es el ideal para tratarlo, sin embargo la voz ruda de una madre preocupada penetra en mis oídos.

-Tú...No me esperaba esto de un hombre hecho y derecho.

La miro aturdido sin comprender del todo sus palabras, el ceño fruncido, la cara muestra que dentro de sus arrugas aparecen otras arrugas por un disgusto que debo conocer, su pelo blanco y rizado sin orden y su cuerpo ancho y alto impone.

-Lila, no sé cómo ha ocurrido pero estoy aquí y dispuesto a hablar, por favor permítame coger mis cosas y hablemos con calma fuera.

-Es  lo menos que puedes hacer...-sentencia la señora dejándome atónito.

Ana se pone a mi lado y frunce el ceño a Doña Lila.

-Disculpe pero Cepeda no tiene por qué ir a rescatar a su hija de sus idas de olla...-asegura mi amiga colocando su mano en mi hombro para impedirme en vano mi movimiento en busca de mis cosas.

-Niñita no te consiento que insinúes eso de mi hija...-dice la mujer colocándose las gafas en el puente y levantando el índice mientras Ana avanza hacia delante.

Antes de que Ana abra la boca de nuevo para empeorar todo la agarro suavemente de los hombros y la miro.

-Ana por favor...Voy a hablar con ella, su hija está mal...-le suplico con la mirada que me deje hacer y ella zarandea la cabeza.

-No te dejes enredar otra vez...-dice apartando mis manos de sus hombros en un gesto que me descompone, está desilusionada.

-Tal vez ya estoy enredado...-digo plasmando mis pensamientos en alto.

-¿A que te refieres?-dice abriendo mucho los ojos y dejando su boca abierta de par en par, a veces su vena melodramática me hacía sonreír en los momentos menos oportunos como ahora, pero rápido se pasa al ver a Lila observarnos y camino hacia el mostrador con Ana.

EN LOS MAPAS DE LA PIELWhere stories live. Discover now