53. Surrealismo III

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No me pidas que pare

No me impidas el paso

Abriré la puerta de Dalí

Enfrentaré el surrealismo

Apartaré la razón

Encontraré caminos

Y si esperas

Me querrás más

Así querré volver


AITANA

Siento que cada vez que algo bueno invade mi vida de repente entra algún problema por mínimo que sea.

Cuando era pequeña podía que tuviera todo lo que podía ansiar una niña pequeña.

Pero siempre hay algo que rompe la calma feliz, podía tener cualquier clase de juguete al ser hija única pero no sabía usar los patines y mis primos me torturaban precisamente eligiendo los días más calurosos en el pueblo barcelonés de donde procedíamos en jugar a haer carreras con patines, terminando siempre con mis rodillas en el suelo y en otras ocasiones los codos dañados, quizás mi primera aída fuera en una de esas tortuosas calles y mif rente tuviera una brecha que terminé tapando con mi inseparable flequillo mucho más allá de que la cicatriz desapareciera, pero mis primos me siguieran llamando Aitana Potter.

Mas adelante tontamente en mi preadolescencia creí estar gafada, temía que algo malo ocurriese porque a pesar de no esforzarme mucho había conseguido ser la primera de mi clase de piano, conseguí integrarme en el grupo en la isla gracias a Marta y tras aprobar todo y por ende tener el permiso de mis padres, me habían invitado a una quedada, pero el destino quiso que me saliera una urticaria y se me fastidiase el fin de semana de hotel con el grupo de clases para celebrar el final de curso.

Cuando era más grande y en mi familia reposábamos de liberarnos de la hipoteca, y conseguimos organizar unas vacaciones de ensueño por Europa, lo malo quizás fue haber visto como mi madre finalmente se quedaba sin trabajo, viéndola perder luz y sentirque podía venirse una etapa dura, aunque teníamos todo pagado y vivíamos mejor que la media, pero fue un golpe.

Tras ello nos recompusimos juntos, y la calma y felicidad de haber entrado en la carrera que deseaba se truncó al darme cuenta que no me gustaba tanto como imaginé.

Y aunque parezca mentira ahora mismo sentía esa ilusión viva por algo, por la visita de la chef, quizás también por el día vivido con Luis en mi familia, o él en general y ver a Gaby entrar con un vestido premamá igual que el que llevaba Crislo pero en un tono más claro me había hecho sentir el mismo golpe de realidad que sentí en los anteriores casos, como si se me gafase algo.

Sentía que la había invocado con tanto pensarla, porque tras Miriam decir que no era de fiar y yo decirle que hacía bien en ello, fui salvada de su interrogatorio de teniente gracias a Ana, pero mi mente la trajo de vuelta a mi cabeza.

Gaby existía, y no es que lo olvidase, pero es que cuando estaba con Luis me parecía una nimiedad que ella estuviese en medio de todo, pero cuando reflexionaba daba voz al interior lleno de dudas que alimentaban los miedos de mi cabeza.

Y justo hoy una nueva duda me asaltaba unida a las otras tantas ¿Y si pasase algo con Luis como les explicaría a mis padres la situación? ¿Cómo se le dice a unos padres que la persona con la que estás creando "algo" va a ser padre? ¿Me entenderían? Y la pregunta que más me reconcomía era ¿Qué hacía con lo que sabía del bebé? ¿Se lo debía decir a Luis?

EN LOS MAPAS DE LA PIELWhere stories live. Discover now