64. Viento

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No quiero más loterías que tu mano y la mía

No quiero alejarme de ti

No quiero que el vendaval nos lleve

Cuando he logrado superar al viento

Cuando he creído alcanzarte a ti

Tan solo quiero no pensar

Y revivir contigo el azul del mar

Y que el viento nos vuelva a llevar

LUIS
El viento sopla cada vez que algo tirita en nuestro interior.

El viento a veces nos consume más que el frío del invierno o el sol abrazador.

Pero el viento remueve hojas, pensamientos y sentimientos que reaccionan.

El viento sopla para mí, mareando en mi mente mil porqués. Pero… ¿Qué haces cuando una parte de ti llora como un huracán y se deja llevar arrastrando todo a su paso?

Sientes una impotencia y un enfado que te reconcome hasta que sientes en el pecho que no hay nada y a la vez que va a estallar de dudas y culpas que te atribuyes aunque sabes que has dado todo, aunque siempre te recriminas que quizás no fue suficiente, quizás no estuve lo suficientemente cerca, quizás no estuve lo suficientemente pendiente, quizás….

Esos quizás que atormentan hasta que tiemblan los músculos y los ojos ceden de nuevo aún hinchados del ataque de ira anterior, o de pena, no sabiendo si las sábanas por las noches se han vuelto tus enemigas aunque te den reposo al alba como compañeras agotadas junto a ti.

Era todo un bucle en el que la noche me anunciaba solo que había consumido un día más, era solo un día más en el que por fortuna y por otros que cuidaban de mí no perdía mi trabajo quizás amparándose en la cercanía con esas fiestas estacionales de invierno y un plazo de días de cortesía de la dirección habían salvado el tener que ser persona, o al menos intentar aparentarlo.

Ya no sabía si acaso era humano…las noches me volvían un zombie pensando en la pérdida y en lo que me quedaba por atreverme a vivir, sintiéndome culpable por pensar siquiera en mí cuando él ya no estaba y no tenía más que unas pequeñas cenizas dentro de un frasco negro de mármol en alguna mesa olvidada de la casa de las muñecas, en posesión de su madre, alejado de mí, sin tener un lugar donde poder redimir mi dolor, ni a donde ir para salir de mí mismo y esas cuatro paredes.

Y cuando intentaba levantar cabeza eran todos los días a las doce menos diez, con esa llamada nocturna que una voz angelical venía a sanarme, y así esbozar una sonrisa por escucharla me devolvía a la realidad, la culpa volvía, y la valentía de intentar avanzar e intentarlo huían, y es que el problema residía en que me movía por inercia y apenas podía reponerme con las palabras que se clavaban en mi mente del día en que esa parte de mí murió...





-Impresentable, eso es lo que eres un soberano irrespetuoso que te vienes con tu amante a despedir el cuerpo de tu hijo-grita Doña Lila.

 

La cara de Gaby ya no estaba bañada de lágrimas sino que había perdido la sequedad y estaba casi catatónica, perdiendo la vista de esta dura realidad, derramando lágrimas de impotencia irónicamente entre los brazos de Aitana que también había derramado sendas lágrimas. 

 

-No puede ver que es Aitana con quien único ha sido capaz de hablar después de lo del niño, está aquí ayudando y no se merece esas palabras. 

EN LOS MAPAS DE LA PIELМесто, где живут истории. Откройте их для себя