58. Arde

1.6K 90 175
                                    


Hubo una chispa

Que quizás voló de más

Hubo algo de calor

Que pudimos provocar

E hicimos fuego hasta quemar

Y entonces si ya me quemé

Que Arda Bien


La lluvia puede apaciguar un fuego, pero no todos, la lluvia es ese fenómeno atmosférico que ayuda a calmar incendios y que crea ese ambiente melancólico que es digno para inspirar autores de obras inconclusas, olvidadas alabadas.

La Lluvia es un elemento más, pero no podemos olvidar que cuando algo arde queda ardido para siempre por mucho que llueva después, es algo que queda marcado en la piel, como quien ha dejado su piel expuesta ante el fuego, puede mejorar, puede sanar, pero en la piel queda marcado, en capas de nuestra anatomía.

Lo mismo ocurre con las experiencias que cargamos a lo largo de los años, quedamos marcadas por ella, podemos intentar maquillarlas, taparlas o incluso hacer operaciones para no recordarlas pero están ahí.

Pablo era una herida de guerra que llevaría siempre conmigo, sí y el final había sido con calor, quizás como empezó, por el fuego de la piel, sin embargo no era comparable con el fuego real, quizás no era fuego del todo lo que había con Pablo sino cenizas que terminé por apagar y el fuego era otra persona, una que tiene nombre de cuatro letras y acento gallego.

El fuego podía ser lo que me consumiese cada vez que él supiera llegar con un solo dedo rozar mi mandíbula o cualquier parte de mi cuerpo para provocar un incendio y no podía negarlo.

Dudé una hora sentada frente al mar, toda una hora tras salir de casa de Pablo en el que pensé seriamente si acaso Luis era sólo fuego o algo más, porque el calor no puede ser lo único que me mueva, porque el calor es volátil, aumenta y desciende, no es estable y yo necesitaba esa estabilidad aunque estos meses hubiera jugado a quemarme sin control.

La Lluvia por otro lado apacigua y calma, como también ha sabido hacer Luis, siendo un apoyo para mí, estando por mí... recordando su frase que tanto me remueve, siendo tal vez también aire que lleva a hacerme respirar cuando todo me ahoga, siendo quizás viento llevándose todo por delante y pienso en cómo alguien puede ser lluvia y fuego, si acaso no es contradictorio, ¿Cómo alguien puede convertirse en todos los fenómenos atmosféricos?

El agua sana, y por ello entro al mar, ese que me ha liberado de pensamiento mil veces y es el que me desvela las dudas al entrar en él y hundir mi cabeza refrescando todas mis ideas.

Cuando vuelvo a la superficie y busco en la arena a quien deseo ver es a Luis, a pesar de que no hay fuego por el que querer verlo, sino algo más allá, hay una ilusión, una chispa nueva que puede prender y que no es fuego como tal, es otra sensación que hace que el corazón se salte un latido o se acelere.

Luis no era solo fuego.

Luis no era solo lluvia.

Luis era mucho más.

Y por ello tras salir del mar me dirijo como si de repente no hubieran más minutos en el reloj, como si hubiera una carrera en contra del minutero, una guerra declarada contra el uso horario y los segundos pelearan conmigo para sentir como esa sensación arde dentro de mí con la ilusión de alcanzar ese mirador y encontrarlo allí, poder saltar hasta él y poder asegurarle que quiero arder junto a él.

Porque quiero arder.

EL corazón se me para cuando me encuentro el mirador vacío pero entiendo que quizás siga con Gaby e intento mantener la calma y sonreír, en cierto modo él estuvo esperando por mí en este mirador, en otro punto decisivo de nuestra batalla personal que ha sido este incendio.

EN LOS MAPAS DE LA PIELМесто, где живут истории. Откройте их для себя