17.Perder Pie

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Nadar

Perdiendo pie

Ganando libertad

En medio del todo y la nada

LUIS

Podría decir que soy agua, que no tengo sustancia y que me cuelo por donde hallo hueco…

 En verdad soy tierra, con agua me empapo, me nutro y luego me seco, me quedo en el suelo esperando a que el viento me levante para ver más alto, aunque siempre tengo los pies en el suelo, sin embargo en parte esa agua que absorbo me alimenta, el agua es felicidad, por eso esta isla me gustaba, podía ser diciembre que la temperatura en la zona baja de la isla no iba a defraudarme, dándome un respiro para abrir mis fosas nasales con su sal y sostenerme para nadar, despejarme y volver a ser nada en medio de un mar que no me engullía, sino que estaba ahí, sosteniéndome sin pagar deudas porque su salinidad me ayudase a salir a flote y yo simplemente aprovechaba ese recurso.

Nadar me hacía libre, sin embargo los deportes convencionales siempre me han parecido algo demasiado formal, objetivo con demasiadas normas y mucho sacrificio, el deporte de élite jamás fue lo mío porque nunca he conseguido hacer una rutina, siempre he ido improvisando, robando momentos a la vida, huyendo de complicaciones y restando segundos de resistencia con cigarros inacabados cerca de una guitarra donde encallar mis dedos en vez de reforzar mis muñecas haciendo flexiones para marcar mis abdominales,  sin embargo prefería vivir a crearme rutinas tediosas, era inconstante…. si vamos con el concepto de “deportista” convencional he de confesar que realmente nunca fue lo mío, en realidad entendía que me hubiesen echado del grupo de futbito…

Sin embargo me gustaba correr, la sensación de libertad que daba hacerlo porque sí, con orballo en la noche o bajo el rocío de la madrugada, el caminar entre plantas dejándome perder por el espesor de un bosque, escalar hasta algún punto donde obtener una buen vista o simplemente remar dejando que el agua salpique mi cuerpo para ver el mar con perspectiva , aún sin duda me quedaba con el contacto de mi cuerpo con el mar, nadar, flotar, perder pie…

Y vaya que si perdía pie…

Pierdo pie como quien pierde aire, pierdo pie como el que se ahoga por ser pescado y salir de su hábitat y a la vez por tener ganas de entrar en una pecera donde poder apreciar una especie inimitable y misteriosa.

Sí irremediablemente venir a despejarme al mar me había llevado a un pensamiento de unos ojos verdosos como las palmeras reflejadas en el mar, pero también me había dado el beneplácito de encontrarme a metros de esas pupilas cargadas de luz, quizás la arena brillase y destellase a miles de personas que se confundían con bikinis ceñidos o se distrajeran invitando a sus pieles a absorber vitamina D, pero mi mirada se había perdido en unos ojos que no podría jurar si eran verdes o acaso grises o del color ámbar, si fuera artista seguramente sonsacaría letras al destino, secretos a media voz con la guitarra, acordes hasta acompañarlos con palabras que describiesen la luz que pueden emitir unas pupilas.

Recuerdo que soy humanos cuando aún con veintinueve años puede hacerme sonreír tímido alguien, porque sí mi vista no se ha separado de la chica elocuente que pisó el gimnasio hace poco más de una semana por primera vez, ahora es su sonrisa la que dice recordarme, probablemente el sol ya hubiese enrojecido mi rostro pero mis mejillas no engañarían a nadie, la sonrisa tímida de la chica y ver como intenta evitar la mía intentando evitar una acción de su amiga me hace volver a sentir una ilusión que hacía tiempo no conocía, una sencillez en la sucesión de reacciones que desencadena mi subconsciente sin sentido que se catalogarían de adolescente.

EN LOS MAPAS DE LA PIELWhere stories live. Discover now