50.Nuestros Principios

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Sé de errores que son aciertos

Sé de mentiras que son verdades

Sé de sentimientos correctos que se vuelven aire

Y sentimientos prohibidos que se volvieron hogar

¿Pero qué sé de  principios?

Si pueden ser Nuestros Principios

AITANA

Cuando la acción de estar desear estar en otro lugar se contrapone, el verbo estar choca, la vida de repente se ralentiza un poco, quizás ese poco que no queremos ver que estamos donde no queremos.

Sabemos que estar a veces es primordial, estar por una enfermedad, estar porque una amiga necesita el consuelo de tu voz de madrugada, porque alguien necesita tu mano para cruzar la calle, porque alguien necesita tu hombro para descansar o simplemente te indican que tienes un lugar donde estar, porque se espera de ti eso; Estar.

Nos piden constantemente que estemos por otra personas, estar por el prójimo según un libro antiguo que dicen ser sagrado o quizás por el bagaje cultural heredado de Roma, pero ¿Pero quién estará por ti? ¿Quién estará cuando tú caes y no te levantas ? ¿Quién esta cuando no saben ni tan siquiera que necesitas que alguien más esté? ¿Quién te descifrará? ¿Quién te acompaña? ¿Quién te hace más tú? ¿Quién hace qué te sientas más tú?

Sí, los padres son los primeros que están, pero una delgada línea deshace ese camino a la inversa en algún momento, y es entonces quien uno como hijo quien debe estar por ellos.

 Algunas personas pasarán esa línea cuando cumplan los cincuenta años y sus padres no se valgan por ellos mismo, otros de manera muy diferente incluso antes de aprender a sumar y restar tienen que aprender a cobijar a su madre de su padre o del frío de la noche.

 Algunos simplemente cuando empiecen su vida adulta se separarán y no sabrán si a km de distancia las llamadas eternas son para mantenerse uno u otro en alza.

Otros ya no tienen esa suerte de estar por ti o tú estar por ellos, por todo ello yo valoro muchísimo el estar por alguien y aunque no he pasado frío ni he tenido que superar enfrentamientos maritales, al menos no fuera de los piques de convivencia, parecía que había cruzado la línea por desición propia prematuramente.

En cuanto cumplí once años mi mente hizo click, y sólo acentué mi condición de persona organizada y yo era la que estaba por los demás; la que acudía en ayuda de mis tías, viajando a Barcelona si hacía falta para cuidar en julio de mis primos pequeños-aunque apenas nos llevásemos cuatro años- de cuidar de los hijos de los vecinos, de estar pendiente de las locuras caseras de mi madre, de que Marta no hiciera estropicios al salir de su casa, posteriormente  incluso de que Pablo y su hermana tuvieran una relación cordial y eso no afectase la relación con sus padres.

Llevaba años siendo yo la que estaba por los demás, y aunque siempre sentí el cariño de todos, me he colgado un papel en el que soy yo la que debo estar, la que debo mantenerme en pie y esa sensación se ha roto.

Esa delgada línea parece que quiere ser movida, quiero dar marcha atrás con mis veinte años, y a la par me siento defraudada porque sigo queriendo estar, pero quizás espero que alguien esté más por mí. Quizás ya no quiera ser la que organiza, la que cuida a ojos cerrados y acude aunque no la llamen a arreglar todo lo que se rompe en corazones y vidas ajenos, mientras yo me suelo perder.

Quizás deseo que alguien sea sobreprotector conmigo y me llame la atención, que me dé un alto en mis escasas locuras, o no tan escasas, porque huyendo de responsabilidades autoimpuestas había hecho la mayor locura…Y era Luis.

EN LOS MAPAS DE LA PIELOnde histórias criam vida. Descubra agora