34.Batallas

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Hay batallas que nunca llegan a ser guerras

Hay palabras que son guerras por sí mismas

Hay batallas donde el fuego nos quema

Y guerras frías donde nos destruimos

Hay campanas que nos salvaran de los errores que fuimos

Y batallas que lo serán todo mientras tu mano y la mía se sigan encontrando

LUIS

Hay una historia muy bonita que habla de cómo ganar una batalla sin hacer una guerra, de cómo lograr un objetivo sin arrasarlo todo. Habla de cómo se liberó un pueblo con una simple llamada al amor de la gente…

Sin embargo hay batallas de todo tipo que pueden arrasarnos sin darnos cuenta, como el amor.

Hay otras que nos arrastran hacia la madurez de  una vida adulta, como las olbigaciones.

Pero todas las batallas son nobles y nos hacen más fuertes, nos abren el camino para ser más humanos, porque tropezar y levantarse es una acción épica en la que se resume la vida.

Mucho nos quejamos de batallar, pero realmente ¿qué haríamos sino luchásemos por algo cada día?

Quizás es que no sepamos que hay batallas que no se ganan con armas sino con valor y afecto, y que hay otras que se convierten en guerras con sólo una mala palabra.

Quizás busquemos la independencia sin saber cómo lograrla, pero es que a veces sólo hace falta tocar una campana para empezar una revolución que nos lleve a la libertad. Como se tocó la campana de Dolores en Guanajuato para iniciar la rebelión que obtuvo la independencia de México.

Pocos sabían que iba a ocurrir por tocar esa campana, pero sabían que significaba algo, y es que cuando pensamos que las batallas son simples, son cuando más decisivas se vuelven.

Esperar la batalla de conseguir que Aitana confesara un mínimo sentimiento por mí era ante el que me encontraba, y quizás sonaran campanas anunciando que compartíamos sentimientos fuertes y arraigados, porque aunque me lo negaba yo ya había empezado a sentir alto y fuerte.

Sin embargo es otra  campana la que suena, salvándola o ahogándola, porque a veces puede dejar sordo el ruido que esta produce.

-Pablo-dice al contestar a la llamada.

Precisamente él tenía que llamar para terminar de romper la poca calma que Aitana había conseguido transmitirme, creándose ahora una tensión evidente, y una bastante insatisfactoria.

-Si quedé contigo pero tú te quedaste trabajando y yo me hice mis planes-se queja ella.

No habíamos tocado mucho el tema de Pablo, pero todo indicaba señalar que no era su mejor momento de pareja, o al menos eso era lo que mi mente quería creer, verla hablar de esa manera por teléfono en parte me daba la razón.

-Pablo estoy con un amigo y me necesita, ahora no voy a ir a ningún lado-asegura.

Mi sonrisa ante esa afirmación era evidente y ella me lanza una mirada amenazante y golpea mi brazo para que deje de sonreír.

-Pablo, estoy en el hospital, mañana ya me pasaré si no trabajas por la mañana otra vez…-ella suspira-Vale, buenas noches.

Se acerca a la barandilla y respira.

-Aitana, si te quieres ir ve, bastante ha sido que fueras a buscar a Gaby y nos acercases-aseguro.

Realmente diciéndolo en alto me daba cuenta de lo surrealista que era la situación, Aitana acompañándome a buscar a Gaby, llevándonos al médico, entrando con ella a la consulta y siendo ella la que estaba al lado del ser humano que más me importaba sin condiciones, mi hija o hijo.

EN LOS MAPAS DE LA PIELWhere stories live. Discover now