32.Esperar

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Tomo la espera sin esperar mis pies a esperarme,

¿Cómo me espera mi cuerpo sin querer esperar?

Porque esperando la vida

Se espera esa parte que completa la otra parte


Esperar no está inscrito en mi ADN, no soy una persona paciente que pueda tirar las horas esperando algo, porque voy a por ello, porque suelo asumir riesgos y calcular derrotas esperando convertir estrategias en victorias.

Porque siempre fui la racional y metódica que lleva el camino a su antojo, que si se sabe disfrutar el momento con los minutos estipulados, rompiendo el Carpe Diem, porque realmente acoto el momento, como me acotaba a mí misma, porque sin quererlo estaba poniéndome trabas que me ralentizaban.

Puede que suene ilógico, pero la lógica a veces destroza el desorden que es la vida, porque las mejores cosas de la vida se dan sin orden y yo lo estaba redescubriendo.

No podía sumar uno más uno y negar la evidencia, tener unos planes tan marcados para mi futuro, mi vida ahora me agobiaban, porque con veinte años parecía que había vivido ya toda una vida y había planeado hasta casi los sesenta en conversaciones tras sudar las sábanas que ahora se desdibujaban de mis recuerdos anhelando vivir sin más....

Si nunca me ha gustado esperar ni dejarme sorprender, quizás ahora era capaz de dejarme sorprender y de romper los nunca, porque nunca y siempre son palabras que acotan la vida.

Dispuesta a romper un nunca, un complejo y debido al calor abrasador de mitad de septiembre me atrevo a utilizar un vestido que había relegado al fondo del armario.

Un vestido bajo de tela ligera a pesar de mi corta estatura, con un escote que dejaba entrever el contorno de mis pechos los cuales había decidido dejar sin ninguna prisión de tela.

Dude unos segundos antes de tocar el timbre de la casa de si era adecuado para una cena de amigos, pues el vestido era quizás algo transparente debido al fondo blanco, o podía ser muy sugerente la abertura del bajo del mismo vestido o el cinturón remarcando la estrechez de mi cintura, pero era yo y mi cuerpo.

Me sentía mejor con él, mi cuerpo era mi compañero de vida y tenía que quererlo como tal quizás mi cintura fuera demasiado estrecha para el trasero que tenía, o tal vez mis pechos no me parecieran lo suficientemente grandes en proporción al ancho de mis hombros pero ese era mi cuerpo y me sentía bien, y no tenía nada que esconder ni disimular de él.

Mi cuerpo era imperfecto y por eso mismo era perfecto para mí. Por ello de vez en cuando me dedicaba un tiempo a arreglarme y cuidarme de más para mimarme y recordar que en todo cuerpo hay belleza.

También pienso a la par mientras subo hasta la primera planta del edificio, si acaso me he esmerado un poco más en el delineado de mis ojos o en el color que le he dado a mis labios o en colocar el escote por quien sé de sobra que me abrirá la puerta y ante esa última idea cargo a Rosita en brazos para cubrirme.

-Hola-dice un jovial Luis con el pelo mojado, pantalón vaquero y sin camiseta que abre la puerta dejándome estupefacta.

-Ho-Ho-Hola-consigo decir tras varios intentos al quedarme muda ante la imagen.

Sonríe y abre la puerta para señalar que entre donde esperaba encontrarme ya al menos a Roi y Cris, pero sin embargo al pasar la entrada sólo me encuentro con una cocina salón con un ventanal en un lateral que da paso a una pequeña terraza.

-Vaya piso-digo alagando el espacio.

El salón central con muchos cojines en torno a una mesita pequeña y a mano derecha la cocina pequeñina en un lado con una península que da a un espacio con una mesita de madera cerca del ventanal.

EN LOS MAPAS DE LA PIELTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang