TONTEO

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Después de desvelarme con el polvo de Maria, recurrí al truco de jugar con «mi rotu de punta gorda», para volver a conciliar el sueño, y funcionó. Me acabo de despertar, a las 11 h de la mañana, sobre un enorme charco de baba que demuestra lo a gusto que he descansado.

—Puaj... —Me limpio la cara con la camiseta vieja que uso de pijama y me incorporo.

El ordenador está entre las sábanas. Se me olvidó apagarlo y se ha quedado en modo suspensión. Le doy los buenos días pulsando sobre el teclado hasta que se enciende la pantalla.

—Pero ¿qué...? —Como ya es costumbre, lo último que miré fue el chat con Rebeca, y ahora veo que tengo un nuevo mensaje de ella—. Me ha hablado, ¿ella a mí?

Estoy alucinando. La chica del ascensor al fin ha mostrado iniciativa en nuestra peculiar relación. ¡Me ha escrito! Necesito leer el mensaje ya.


Buenos días. Sentía que tenía que darte las gracias por haberte preocupado y decirte que puedes estar tranquilo. Estoy bien, aunque, sí que quiero que hagas algo por mí... El lunes, quiero que me digas cuál es tu animal favorito. 😘

@abazorebeca


Les doy unos segundos a mis neuronas para que procesen la información y suelto una sonora carcajada mientras me revuelco sobre la cama. No puedo evitar pensar que, si no es una ilusión mía, ¿la chica del ascensor está coqueteando conmigo?

—¿Qué son estas risitas? —Verony irrumpe en mi habitación.

—Oye, ¡podrías llamar antes a la puerta!

—Ah, tranquilo. Hay confianza. —Se sienta a mi lado, y se sirve ella misma: me roba el ordenador y lee—. Pero, pero... Andrés, ¡menudo tonteo!

—¿Sí, no? —Me emociono—. Ay, ¿tú crees?

—Sí que lo creo.

—¿Tú crees? —repito, esta vez, más alto.

—¡¡Sí que lo creo!! —le contagio la emoción.

—¿¡¿Tú crees?!?

—¡¡¡¡Sí que lo creo!!!!

—¿Qué narices hay que creer? —aparece Maria en el umbral, despeinada y en ropa interior.

—Eso, ¿qué pasa? —se asoma burlón un chico de piel morena, vestido tan solo con un bóxer.

Verony y yo damos un bote y lo observamos atentamente, hasta que ato cabos y preguntó:

—Tú eres... Kevin, ¿verdad?

—El mismo.

—El arrestado —añade Verony.

Él se sonroja, Maria le pega un golpe en el hombro y le dice:

—Venga, te está vacilando. Pasa adentro.

Ambos entran y se sientan en la cama. En un momento, mi cuarto se ha llenado de gente.

—¿Qué ocurre? —se interesa Maria.

Verony les muestra el mensaje.

—Esa tal Rebeca quiere guerra. No hay duda —comenta el chico—. Debes atacar.

Ni siquiera me conoce, y está sobre mi cama, opinando acerca de mi vida. Me resulta surrealista.

—Cierto, Andrés. ¡Es hora de pasar a la acción! —me anima Maria.

—Pero con cautela. Ya sabemos que a esa chica le gusta ir despacio. Muy... despacio —recalca Verony.

—Eso es verdad —entra en razón mi compañera rubia—. Deberíamos pensar en cómo acercarnos sin que se asuste.

—Sí. Ella es como un gatito —comenta Verony.

—¿Le gusta la leche? —supone Kevin—. A mi gata le encanta.

Verónica lo mira fijamente y pregunta:

—¿Es una broma o...?

—¡Gente, centrémonos! —Maria aplaude—. Necesitamos maneras de acercarnos a la chica con cuidado de no espantarla.

—Pues —Verony tiene la primera idea—..., podríamos atascar el ascensor y encerrarlos juntos.

—¡Ay, sí! O, podríamos... —sigue Maria.

Pero ya no les presto más atención. Empiezo a pensar que para ellos todo esto es un divertido juego. Verónica, Maria y Kevin debaten sobre diversas maneras de conquistar a Rebeca y, no es que no agradezca su ayuda, pero es que no quiero dejar que decidan qué debo hacer solo porque se aburren. No soy un simple avatar al que dirigir mediante el joystick de una consola para pasar un buen rato. No. Soy Andrés Forua, y esta es mi aventura. ¡Yo decido cómo avanzar! Yo cargaré con la culpa si caigo en game over, pero estoy seguro de que no lo haré. ¿Por qué? Porque si nuestra relación es un videojuego, yo soy el imparable Super Mario Bros.

—¡Baaaaasta! —corto la discusión que mantienen—. Callad ya. Coged papel y boli y aprended de vuestro líder —me crezco.

—Boli no encuentro, pero papel sí. —Kevin levanta de la mesilla el pañuelo que usé anoche para limpiar «la tinta del rotulador»—. Aunque tiene un pegote de...

—¡Nada! —se lo quito de las manos avergonzado.

—Qué asco, por favor —se desagrada Verony.

—Ya hemos encontrado la leche para el gatito —vacila Maria entre risas—. Miau...



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Miau... Jajaja ¡En un rato subo otro capítulo! Y es un capítulo muy especial ;) 

 Jajaja ¡En un rato subo otro capítulo! Y es un capítulo muy especial ;) 

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69 SEGUNDOS PARA CONQUISTARTE (EN LIBRERÍAS Y WATTPAD)Where stories live. Discover now