Ella empieza a presenciar raros acontecimientos en su hogar. Está aterrada.
Decide empezar a escribir notas en su celular por si algo algo grave ocurre. Serán su testimonio.
Más allá de nuestra galaxia alguien llegó para hacerla cuestionarse no habe...
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No había visto un espacio tan blanco en la Tierra como en el que permanecía ahora. Existían numerosos espacios así en Bangtan, los científicos allá utilizaban esas áreas totalmente blanquecinas para llevar acabo números experimentos que beneficiaran y facilitaran nuestra existencia, en ninguna de las instalaciones científicas del planeta variaba el tono. Cada vez que me tocaba acudir a los centros de revisión mensual me parecía entrar en un precipicio sin fondo, cuando ponía un pie en esas habitaciones me sentía arrancado del universo. Lo único que manifestaba un color distinto eran los botones de las máquinas instaladas.
El pinchazo con el líquido dirigido directamente en la vena de mi cuello seguía ardiendo, picando y burbujeando, rechazando aquella sustancia que se me había sido inyectada. Sabía que mi organismo había repudiado la dosis, de alguna extraña manera consiguió que no me afectara. Mis recuerdos, los bellos momentos vividos seguían presentes en mi mente, no los he olvidado. ¡No los olvides!, no podía dejar de repetirme. No la olvide. Su sonrisa y belleza seguía gobernando mis pensamientos e ilusiones.
Estoy en medio de un campo magnético que me niega el espacio para escapar. Rayos azules son las rejas que me mantienen imposibilitado de escapar.
—El experimento despertó hace varias horas. No presenta ningún cambio, se aplicó procedimiento usual —dice unos de los míos en comunicación con alguien que desconozco—. El consejero Sihyuk está con nosotros, recomienda que las entradas estén bien protegidas, no confíen en los humanos para ese propósito. Son débiles.
El aludido permanece de pie en una esquina revisando algunos informes proyectados en el aire mientras mantiene la expresión compungida. Parece querer traer todo abajo.
—Ellos se encargaran, los humanos servirán de distracción —dice dejando encima del panel el aparato de transmisión, el mismo sujeto, agente de protección de mi planeta, uno de alta experiencia, la insignia en su pecho lo dicta.
—Sí, ya veo. Anda y supervisa personalmente —ordena—. Que Intarel venga cuando la programación de la otra sala culmine.
El de cabellos plateados se pone en marcha ante dicho mandato, la puerta metálica se abre por su cuenta, deja apenas visualizar un pasillo custodiado por las criaturas de apariencia humana que utilizan trajes negros. Sihyuk hace desparecer la proyección que antes estudiaba, se acerca cambiando su ánimo hacia mí.
—Los raros fuegos artificiales que provoca en nuestra mente este planeta te desviaron de tu misión, eres joven y te deslumbro —dice señalándome—. Seguramente la forma de vida aquí te pareció tan brillante, libre comparada a la nuestra, pero en realidad estas criaturas son tan infelices... —sacude la cabeza en una negativa pensando que decir, y no tener que retractarse luego—. Viven y mueren de una forma tan patética. Compiten, luchan para seguir adelante en su pequeño mundo para nada —explica en voz firme su pensamiento—. Yoongi, nos has decepcionado, te enviamos porque estábamos seguros que no te dejarías cautivar fácilmente por el patético dinamismo humano —sostiene su gruesa barbilla frunciendo el ceño—. Nuestros datos encajaban tan bien respecto que tendrías una sólida resistencia. Esperábamos que tengas algo más de fortaleza, sin embargo, no ha ido tan mal, no te preocupes. Te salvaremos. Podemos salvarte.
