Depresión[Rubegetta]

Cap 10 | Fresas y Nata

Dedicado con mucho amor a angelthedemon1903 gracias por todo tu apoyo 💖

Narra Vegetta

Entre a la puerta de mi mansión con Rubius aun en brazos.

Había sido difícil traerlo hasta aquí, y no por echo obvio de llevarlo cargado si no por mi amiguito que no me dejaba caminar bien.

Rubius había recuperado la movilidad en sus piernas pero yo había querido traerlo hasta acá como princesa.

Recién entre a la mansión fui directo a mi habitación, lo recosté en mi cama con cuidado y le saque aquella útil bolita

Luego con la orden de esperarme en ella baje a la cocina por unas fresas y nata.

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⚠️Pequeña nota⚠️
Esta parte fue inspirada en una "idea" de un lector.

Si gustan que en algún momento aparezca una idea o algún tipo de situación en los caps (obviamente adaptados, por lo cual no sería 100% como la idea original) pueden comentarlo, y así puede haber mayor interacción en la historia. Sin más sigan en lo suyo ;)
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Regresé a la habitación, y tal como lo deje ahí mismo se encontraba el osito más lindo y sexy del mundo.

Con las mejillas sonrosadas, y la mirada nerviosa pero al mismo tiempo llena de lujuria.

Me acerqué y dejé la cosas en una mesita junto a la cama, el seguía todos mis movimientos en silencio.

Me acerque a él y lo bese, pero esta vez fue un beso lento, uno donde podía sentir cada centímetro de su boca, donde casi saboreaba su alma.

Acariciaba su cintura mientras hacía eso y el se dedicaba a acariciar mi cabello.

-Eres hermoso Chiqui - dije en medio del beso, sentí como en respuesta él sonrió, era la sonrisa más linda que había visto, y no pude hacer más que sonreír como él.

Él intercambió los lugares ahora subiéndose a horcajadas sobre mi, besándome igual que antes, era la primera vez que no estábamos besando de una manera tan salvaje y arrebatada, creo que yo también podría acostumbrarme a esto.

~podría acostumbrarme a tu sonrisa, a tus labios, a tu increíble cuerpo, a tus visitas, a los encuentros llenos de gemidos, podría acostumbrarme a ti Rubius~

Levante su camisa hasta sacarla por los hombros y comencé a besar su cuello y hombros, esta vez eran solo besos, nada de mordidas, únicamente besos en los que en ningún momento deje de decirle lo lindo que era el y sus gemidos.