III

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La guapa pareja de jóvenes estaba completamente desnuda, y yacía recostada y, encajada en la postura del sesenta y nueve, sobre la laqueada mesa china del comedor. La mujer estaba ocupaba haciéndole una mamada a su marido mientras que él la masturbaba.

Ariana negó con la cabeza:

- Son increíbles, chicos. Cuando creo que ya lo he visto todo, siempre me sorprenden con algo aún mejor -ajustó el visor para poder contemplar mejor la escena y sonrió al comprobar que la mujer llegaba al orgasmo y daba un grito tremendo de satisfacción-. Vamos, cielo -la animó.

Las caderas del hombre empezaron a moverse con más rapidez mientras que, con una mano, trataba de empujar la cabeza de su mujer para meterle el pene más a fondo. Ella, por su parte, no tenía ninguna intención de atender aquellas peticiones. Ariana vio que el rostro de aquella joven rubia se relajaba; ahora la mujer estaba sumida en sus propios pensamientos y la polla acabó saliéndosele de la boca.

-Anda, él va a explotar -susurró Ariana.

Y tanto que sí. Enseguida el pene empezó a lanzar chorros de semen por todas partes. La chica se retiró, y aunque, consciente de lo que ocurría, trató de agarrarle el miembro, que seguía salpicando leche, no llegó a tiempo para evitar quedar totalmente empapada.

-Eso sí que es un hombre viril -se dijo Ariana.

Continuó observando, algo preocupada por si el salidillo se habría enfadado con su mujer, por haberse retirado y no tragarse el semen. Sin embargo, para su alivio, la pareja empezó a reírse. La rubia se limpió el líquido de la cara y del cuello, y untó con él el pecho de su marido, que se inclinó para lamerle los labios.

-Eso es, chicos -los felicitó Ariana-, disfruten mutuamente.

La visión de aquella parejita tan felizmente casada hizo que se sintiera nostálgica y más sola de lo normal. ¡Hacía mucho tiempo que no tenía pareja! Ese sentimiento de soledad era precisamente lo que la llevaba una y otra vez al balcón. En ocasiones, se sentía más ligada a estos vecinos anónimos que a cualquier otra persona.

Contenta por la agradable escena final entre sus vecinos, Ariana giró de nuevo el telescopio para echar una rápida ojeada al resto del edificio y comprobar que sí estaban la modelo anoréxica del tercero y el anciano homosexual del quinto.

Hacia las 21.00 horas el inquilino del ático, al que había apodado el dominador, volvió a casa con una chica de cabello castaño, muy guapa, que Ariana veía por primera vez. Ambos se sentaron en las sillas de piel del cuarto de estar y se dedicaron a charlar y a beber una copa de vino. {Christian & Anastasia lol} Ariana aguzó la mirada con la intención de fijarse en la chica, que tenía pinta de rondar los veinte: mostraba la piel de porcelana y los rasgos perfectos de una muñeca fina, de las caras.

-Muñequita, así es como voy a llamarte -murmuró.

La actitud atenta y educada, acompañada sin embargo por una expresión anodina, parecía significar que la muñequita no era ajena a las reglas del juego del dominador, quien, al contrario que el tiarrón de la bicicleta estática, no era un tipo enorme y cachas, sino más bien delgado, de aproximadamente un metro setenta y cinco de altura y de complexión mediterránea, con el cabello oscuro y ondulado. Mostraba además una sonrisa tan encantadora que casi alcanzaba a disimular la crueldad que escondía.

El dominador se recostó sobre los cojines de cuero y estudió a su invitada antes de emitir una orden corta y directa. Ariana vio cómo movía sus labios y cómo de inmediato la muñequita se levantaba y empezaba a desabrocharse la blusa sin retirar los ojos de los de él, que permanecía sentado y miraba caer la prenda al suelo tras deslizarse por sus hombros. El negro del sujetador de puntilla que llevaba, resaltaba aún más la blancura y suavidad de su piel, y eso aumentaba su aspecto vulnerable.

Ariana se percató de que el dominador hablaba de nuevo. Acto seguido, la muñequita se bajó la cremallera de la falda y arrastró la tela a lo largo de sus caderas hasta que la prenda quedó tirada en el suelo. El tanga tan sexy que llevaba iba a juego con el sujetador.

Ariana se preguntó qué se sentiría al estar casi completamente desnuda delante de un hombre que la juzgaba con semejante frialdad. Aquel sentimiento le provocó un escalofrío que la recorrió de arriba abajo. ¿Sabría aquella chica lo que vendría después?

La muñequita se quedó quieta mientras esperaba. Ariana había observado al dominador otras veces, así que sabía con certeza que la chica no haría nada sin que se lo ordenaran. El corazón empezó a latirle con fuerza y se preguntó si la joven estaría sintiéndose la mitad de tensa que ella.

El dominador habló otra vez. La muñequita se inclinó y se llevó las manos a la espalda para desabrocharse el sujetador. En cuanto hubo soltado el último enganche, el sostén cayó al suelo y los pechos quedaron al descubierto. Él volvió a decir algo y la chica se quitó las bragas, dio un paso adelante y se arrodilló delante de él.

Ariana empezó a temblar. No le gustaba la visión de aquella muñequita desnuda a los pies del dominador: era como si estuviera adorándolo. Con todo, no cabía duda de que aquella escena también estaba cargada de erotismo. Ariana abrió el puño para volver a cerrarlo al instante, tratando de dominar la tentación de tocarse los pezones ya erectos.

Una chica mala ➡️ Harry Styles ✔Where stories live. Discover now