XIV

697 25 0
                                    

Heat era el bebé de Leah, aquello en lo que destacaba. Se trataba de una conocida revista online dirigida a un público de la llamada generación Y, de gente nacida alrededor de la década de 1980, es decir, jóvenes de entre veinte y treinta y cinco años. La publicación incluía artículos de vanguardia y chais en los que los socios podían colgar fotos y disfrutar de encuentros virtuales.

En contra del consejo de su padre, Leah había invertido el dinero de la herencia de su abuela en lanzar la revista y ahora era su editora y directora.

-Va todo genial. Kadeem Bríckman acaba de aceptar mi oferta para convertirse en mi director artístico invitado para el mes de abril.

-Kadeem... ¿te refieres a ese negro que es director de cine? -quiso saber Dora, que no salía de su asombro.

Leah asintió al tiempo que esbozaba una sonrisa.

-Sí. Lo he contratado para una grabación de cinco días centrada en el tema «sexo y poder». Slate, revista electrónica enemiga, prepárate para morir -auguró mientras se hacía con un bastoncillo.

-¿«Sexo y poder»? -se interesó Ariana con el ceño fruncido-, ¿de qué va eso?

Leah puso los ojos en blanco y explicó:

-Ya sabes: dominación y sumisión; sometimiento y disciplina.

A Ariana casi se le cae el vaso que tenía en la mano. Los labios parecieron moverse en silencio mientras trataba de pensar en algo que decir.

-¡Dios mío! ¡Leah! ¿De verdad vas a dedicar un número entero al sometimiento y la disciplina? ¡Pero si estamos en Dallas, el corazón de la región más animada por el más conservador de los protestantismos!

-No te engañes, cielo -respondió Leah-. El rollito sadomaso y de dominación está vivito y coleando en la gran Dallas -aseguró antes de romper en dos el palito de pan.

Ariana se descubrió pensando en la noche anterior y en el dominador y la muñequita. Era la forma perfecta de empezar a hablar de su espionaje y de Edward.

Leah continuaba hablando:

-Heat va de cultura popular, y la dominación es parte de esa cultura. Además -se llevó un trozo del bastoncillo a la boca y se lo pasó de modo muy sensual por el labio inferior-, es la primera vez que Kadeem se presta a participar con una revista. Con la combinación de su nombre y el tema, voy a machacar a la competencia -esbozó una sonrisa de carmín-, ¿te imaginas cómo se lo va a tomar mi padre?

Ariana hizo una mueca de desaprobación. Tex Reece era el prototipo de empresario texano experimentado y conservador en términos políticos. Era fácil imaginarse su reacción al enterarse.

-¡Ah! Y tengo que deciros -añadió mientras bajaba el palito- que tengo muchísimas ganas de conocer a este tío. Hacía años que no veía uno tan cañón. Está para chuparse los dedos. En fin, ya basta de hablar de mí -dijo con la mirada puesta en Dora-, ¿ya te has tirado a ese jefe guapísimo que tienes?

Dora se encogió de hombros y a Ariana le dio pena por ella. Su amiga llevaba un año trabajando para un agente inmobiliario llamado Greg Stanford. Cuando ella le había propuesto que se vieran fuera de la oficina, Greg le había dejado claro que no creía en lo de ir de colega con el personal, y aunque Dora había fingido reírse del tema, Ariana sospechaba que el planchazo había sido mayor de lo que su amiga estaba dispuesta a admitir.

Dora habló con suavidad.

-Pues no, y no parece que vaya a hacerlo nunca -respondió. Con unas ganas evidentes de cambiar de tema se dirigió a Ariana-, ¿y tú qué tal?

De nuevo, Ariana se debatió entre hablar o callar. Aunque quería contarles lo de Edward, ¿qué ocurriría si les entraba miedo? Conocía bien a sus amigas; si Leah creía que ella podía estar en peligro, haría lo que fuera, incluso llamar a la policía, para protegerla.

Con todo, en ese mismo instante, Ariana tuvo de admitir para sí lo mucho que le apetecía volver a hablar con Edward. No haría nada que pudiera obstaculizar una nueva llamada. Además, Leah y Dora siempre estaban animándola a que volviera a intentarlo con alguien.

Una chica mala ➡️ Harry Styles ✔Where stories live. Discover now