VII

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-Sólo he visto la cámara y el teléfono. No pienso...

-Harás exactamente lo que yo te diga -la cortó él con brusquedad-; si no, tendrás a la policía en tu casa en quince minutos. Abre la otra caja.

Ariana cerró la boca con tanta fuerza que se oyó el chasquido de los dientes al chocar. Se colocó el auricular del teléfono en el hombro y cogió la caja más pequeña. Al abrir las tapas, apareció un montón de papel blanco que retiró para hacerse con el objeto que encontró más arriba: un bustier de jacquard tipo satén en color rojo, estampado con flores y mezclado con encaje negro. La prenda se anudaba por delante y llevaba el liguero incorporado.

-Venga ya, ni en broma -susurró al auricular.

-Si vas a estar preciosa con él. Estoy deseando ver cómo lo rellenan esos preciosos y enormes pechos -la voz de Edward había bajado de tono y sonaba ahora más grave-, me estoy empalmando sólo de imaginarlo.

Ariana estaba tan sorprendida que por un segundo dejó de sentirse asustada. Se mojó los labios nerviosa, ningún hombre le había dicho algo así en su vida. Y nunca se había puesto algo tan... sexy.

Se fijó en la talla del bustier, la cincuenta, justo la suya. ¿Cómo lo habría sabido? ¿Cómo le quedaría puesto? Abrumada al darse cuenta de que estaba planteándoselo, Ariana gritó:

-¡No pienso hacerlo!

-Claro que lo harás, Ariana. Voy a...

-Llámame Ari-interrumpió cortante-. Odio lo de Ariana.

-Está bien, Ari. Te diré lo que podemos hacer. Vamos a olvidarnos del resto del contenido de esa caja hasta más tarde. Todavía hay mucho que hacer. Empecemos por el teléfono.

Ariana lo dudó un segundo. La voz le había dejado bien claro que llamaría a la policía si se negaba a obedecer. Necesitaba ganar tiempo para pensar cómo salir de aquel atolladero. Quizá si fingiera estar muerta de miedo, él se calmaría, complacido. Además, grabarse en vídeo no significaba entregarle la cinta.

Durante los siguientes quince minutos, Ariana hizo todo lo que Edward le ordenaba, actuando como si hubiera encendido el piloto automático. Se vio obligada a quitarse los guantes de látex para seguir las instrucciones sobre el teléfono, que tuvo que colocar en el cuarto de estar en sustitución del que había. Edward le explicó que el nuevo aparato contaba con un sistema de manos libres que les permitiría hablar sin tener que sostener el auricular. Ariana se estremeció al entender de inmediato que eso significaba que la tendría con las manos ocupadas en otras actividades.

-¿Me oyes bien? -bromeó él después de que ella hubiera pulsado el botón del manos libres.

-Sí, te oigo bien -respondió Ariana, molesta al descubrirse sonriendo levemente.

Aunque estaba chantajeándola, era evidente que pretendía seducirla con sus bromas y sus lisonjas para conseguir que ella se olvidara de que él era el enemigo.

Ariana se fijó de nuevo en el teléfono y se dedicó a hacer cabalas sobre Edward. ¿Se trataría de alguno de los inquilinos del edificio de enfrente? Por la voz parecía alguien educado y autoritario, alguien acostumbrado a estar al mando.

Miró furtivamente hacia las cortinas del cuarto de estar, ahora corridas. Por el ángulo de las fotografías que habían tomado de ella, Ariana sabía que las habían hecho desde el otro lado de la calle y por encima del sexto. El dominador vivía en el séptimo, sin embargo no podía tratarse de él porque estaba observándolo justo cuando Edward llamó por primera vez.

-Bien, Ariana, no puedo aguantar más. Necesito que te pongas el body rojo.

A ella se le cortó la respiración. Iba en serio, aquel tipo esperaba de verdad que se lo pusiera. Debería estar asqueada y no obstante, en algún momento en la última media hora, su cuerpo había empezado a reaccionar ante el estímulo de aquella voz profunda e íntima que sonaba como en sus fantasías: cálida, sexy e incluso empapada de ternura.

-No es un body, es un bustier -corrigió enseguida mientras sacudía la cabeza como queriendo desprenderse de los peligrosos pensamientos que iban invadiéndola.

-Tienes toda la razón. El body es el que no lleva esas varillas... ballenas, ¿verdad? Ya te lo pondrás luego. -Su voz se escuchaba suave y seductora-. Ponte el bustier, nena.

La habitación se llenaba de una sensación de encantamiento que hacía que a Ariana le latiera el corazón cada vez más rápido. Sólo unos instantes antes había estado temblando de miedo y ahora, en cambio, se sentía encendida, excitada. ¿Qué le estaba pasando? ¿Qué le estaba haciendo aquella voz?

Una chica mala ➡️ Harry Styles ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora