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-No tienes remedio -y permitió que la empujara suavemente contra los almohadones del sofá.

Harry se puso de pie y se quitó los pantalones antes de arrodillarse en el suelo a su lado. Se inclinó hacia ella, le abrió el albornoz, le besó el ombligo y acabó lamiéndole el pecho.

-Mmmm... -gimió Ariana-, más...

Él levantó la cabeza para poder verle la cara.

-Cuéntame tus fantasías.

-¿Qué? -a Ariana no le apetecía pensar, sino sentir.

Harry dedicó unos segundos a mordisquearle un pezón, que luego liberó.

-Quiero saber cuáles son tus fantasías.

-Esta es una de ellas... -Ariana se retorció en un intento de volver a introducirle el seno en la boca-. Vamos, Harry, eres tú el que ha empezado.

-Y pienso terminar, en cuanto me cuentes tus fantasías -respondió él al tiempo que le toqueteaba el pezón con los dedos.

-¿Qué fantasías?

-Esas en las que piensas al masturbarte cuando estás sola en la cama por la noche. -Harry situó la otra mano entre sus piernas y empezó a masajearle los labios de su sexo-. Vamos, nena, dime con qué sueñas.

-Me imagino... cosas que no he hecho nunca.

-Como por ejemplo... -su voz era ahora más grave y áspera.

-Como el sentirme dominada, a merced de otro. Nunca me han atado y me gustaría saber qué se siente...

-¿Y qué más? -Harry le separó los labios y le introdujo un dedo en la hendidura.

Ariana arqueó la espalda y trató de apretarse contra aquella mano que la penetraba.

-Te estás mojando, cielo. ¿Te gusta hablar de esto? -entonces le metió un dedo más.

-Me gusta lo que estás haciendo ahora -gimió ella-. ¡Dios! ¡Más, más!

-Respóndeme a una cosa -ya había tres dedos dentro y Harry empezó a frotarle el clítoris con el pulgar.

Ariana empezó a mecerse para contrarrestar el ritmo de los dedos al entrar y salir de su sexo-. ¿Qué más cosas te gustaría que te hiciera tu amante? -la respiración de Harry se había vuelto sonora.

Ariana subió los brazos por encima de la cabeza y levantó las caderas para acercárselas a Harry, que dejó de mover las manos. Ella protestó en un grito ahogado.

-Respóndeme -insistió él.

Desesperada por que siguiera tocándola, dijo:

-Alguna vez me he preguntado cómo sería someterme a los deseos de un hombre, dejar que él tomara el control de mi cuerpo.

-Mmmm... -murmuró él, animándola a seguir hablando.

-No fantaseo con ser azotada, sólo con que me atormente excitándome, ya sabes... Ahora tócame, por favor.

Harry la compensó volviendo a mover las manos. Durante algunos minutos, los únicos sonidos que se escucharon fueron los suspiros y los gemidos de Ariana. A esas alturas, los fluidos de su sexo habían empapado los dedos de Harry.

-Avísame cuando vayas a correrte -ordenó.

-¡Ya! -rogó- ¡Por favor!

Hubo una pausa mientras él abría un preservativo. Se lo puso, se subió al sofá y se colocó encima de Ariana.

Luego acercó la polla a los pliegues para invitar a la hendidura a que se abriera. Ella se retorció enseguida para ayudarlo. En cuanto Harry introdujo el pene en la humedad de su hendidura, ambos rugieron de placer. Ella recorrió con sus manos su musculosa espalda hasta que alcanzó las nalgas que recogió y estrujó. La reacción de Harry fue inmediata: se retiró un poco y enseguida volvió a embestirla con toda su fuerza para marcar el ritmo. El sonido acompasado del chapoteo de flujos se oía sin dificultad. A Ariana le resbalaba el sudor por las caderas y los muslos. Se olía el aroma de su pasión. Aceleró el movimiento de sus caderas contra las de Harry, con la esperanza de liberarse por fin.

Él, concentrado en el ritmo de sus movimientos, resollaba sobre ella.

-¡Dios, Ariana! ¡Cómo me gusta follarte!

Con cada empellón, ella notaba el golpeteo de sus testículos contra su cuerpo. En un minuto, estaba ya a punto de llegar al precipicio, y al cabo de otro, ya estaba saltando al vacío. Sintió apenas que el cuerpo de Harry se tensaba al llenarla. Los músculos del sexo se contrajeron para apresar su miembro y exprimir todo el semen que derramaba.

A continuación, ambos se desplomaron como una masa debilitada que resoplaba sin fuelle al recuperarse. Y así descansaron durante unos minutos. Ariana le acarició la frente peinándole hacia atrás los rizos humedecidos.

Harry abrió los ojos y sonrió.

-Te doy un dólar si me dices lo que te pasa ahora por la mente.

-Sólo pensaba en lo rápido que cambian las cosas. Hace sólo dos días, tú y yo ni siquiera nos conocíamos. Y, ahora, míranos.

-Bueno, yo sí que te conocía. Llevo un par de semanas siguiéndote, observándote y pensando en ti.

-¿De verdad?

Ariana apoyó la cabeza en un codo, sorprendida. Nunca habría pensado que él pudiera haber estado tanto tiempo vigilándola.

-Claro. Me he acostado cada noche pensando en ti. Quería saber quién eras y lo que pensabas.

Ariana le acarició la mejilla.

-Estaba deseando que apareciera alguien como tú. -Harry se volvió para besarle la palma de la mano.

-Bueno, y ahora que ya me tienes, ¿qué quieres hacer conmigo?

-De todo.

Harry sonrió con la mirada encandilada.

-De todo es algo muy amplio. Yo pensé que empezaríamos por tus fantasías y que seguiríamos a partir de ahí.

Ariana le recorrió la comisura de los labios con el dedo índice.

-¿Y tus fantasías? No haces más que preguntarme por las mías y tú aún no me has contado las tuyas.

Él sonrió con pereza.

-Ya viste algo de mis fantasías ayer por la noche en el balcón.

Ariana ladeó la cabeza y se quedó mirándolo burlona.

-¿Que te hiciera una mamada?

Harry negó con un gesto.

-No, que me la hicieras en público.

En cuanto Ariana procesó lo que acababa de escuchar, se incorporó para sentarse.

-A ver si lo pillo. ¿Tienes fantasías sobre follar en lugares públicos?

-Soy un enfermo, ¿verdad? -reconoció.

-¡Ni tanto! -respondió ella entre risas-. ¿Y eso?

Él se encogió de hombros.

-Siempre me han gustado las descargas de adrenalina. Por eso me alisté y por eso cuando acabé la carrera militar, me hice policía. La mayoría de los policías de la Brigada de Crimen Organizado son como yo.

Una chica mala ➡️ Harry Styles ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora