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A Ariana se le encogió el estómago. Dirigió la mirada hacia la puerta y dio un paso atrás de modo inconsciente. ¿Se trataría de algún truco? A lo mejor el sujeto estaba allí fuera esperando para secuestrarla.

Como si le hubiera leído el pensamiento, la voz continuó:

-No es ningún truco. No estoy esperándote fuera. Deja puesta la cadena de la puerta y echa un vistazo. He dejado algo para ti.

Ariana se mordió el labio inferior y caminó hasta el recibidor, para echar una ojeada por la mirilla. No había nadie. Aunque eso no significaba nada, porque podía haberse colocado fuera del ángulo de visión.

-Vamos, Ariana. Mira -la animó la voz.

Corrió el pestillo y abrió la puerta sin quitar la cadena. En su felpudo había un sobre grande de color marrón que Ariana trató de coger pasando el brazo por la rendija, pero era demasiado estrecha.

-Vamos, Ariana, no tengo toda la noche.

Irritada, Ariana se volvió para mirar el teléfono. Lo de llamarla Ariana empeoraba aún más las cosas.

Ariana era el nombre que usaban su madre, su jefa y su ginecóloga, así que todas las connotaciones ligadas a él eran negativas.

En un arrebato, Ariana retiró la cadena, abrió la puerta, cogió el sobre y luego cerró dando un portazo tan fuerte que hizo vibrar el marco.

-Buena chica. Ahora, ¿por qué no te preparas una copa antes de abrir el sobre? Volveré a llamarte dentro de un rato.

El tono del teléfono sustituyó a la voz. Ariana se quedó mirando el aparato, horrorizada.

¿Cómo sabía él que ella había abierto la puerta y recogido el sobre? ¿Es que estaba en aquella misma habitación y la observaba a través de la cámara de un móvil?

«¡Dios bendito!, a lo mejor debería llamar a la policía.»

Ariana atravesó la habitación tambaleándose hasta dar con una silla en la que se dejó caer. Si llamaba a la policía, ¿qué les diría? No, debía pensárselo primero. Tenía que sacar el maldito telescopio del balcón. Necesitaba... un trago.

Se levantó y fue hasta el pequeño carrito metálico y de cristal que hacía las veces de mueble bar. Cogió la primera botella que encontró: Baileys irlandés.

Con la bebida en una mano y el sobre en la otra, fue hasta la cocina a por un vaso. Vertió en él, temblorosa, la crema de whisky y fijó la mirada en el sobre, que había depositado en la encimera de mármol; era de aspecto normal, tamaño folio, y traía una sola solapilla. No había nada escrito en él, ni siquiera su nombre.

Después de haberle dado un buen sorbo al Baileys, abrió el sobre, del que cayeron, de repente, unas fotografías sujetas con una goma elástica. Ariana las recogió del suelo, quitó la goma y fue pasando las fotos una a una al tiempo que aumentaba su irritación: eran imágenes de su balcón, que alguien había tomado con un teleobjetivo y ajustando la exposición a una luz de baja intensidad.

Quién estuviera tras la cámara se había situado en alguna parte al otro lado de la calle y por encima del sexto piso, porque las había disparado desde arriba. En todas las instantáneas aparecían claramente Ariana y el telescopio. A ella se la veía mirando entre las cortinas, sacando el instrumento al balcón o ajustando las lentes, y resultaba bastante obvio que no apuntaba a la noche estrellada porque el tubo estaba en posición casi paralela al suelo. Horrorizada, se vio en imágenes en las que se tocaba el pecho mientras espiaba e incluso con las manos por dentro de los pantalones mientras se masturbaba. En su contrato había una cláusula de moralidad, de modo que, aunque no la detuvieran, aquellas fotos bastarían para que la despidieran e, incluso, le quitaran la licencia de trabajadora social.

Ariana se levantó del taburete y corrió hacia el cuarto de baño. Llegó justo a tiempo para vomitar todo lo que tenía en el estómago. Aturdida por las náuseas, se arrodilló sobre la taza del inodoro... Y después dicen que los copazos calman los nervios.

El teléfono volvió a sonar mientras Ariana se lavaba la cara. Esta vez no se lo pensó dos veces. Caminó directa al aparato y lo descolgó:

-¿Qué es lo que quiere? -preguntó con un gruñido.

-Ariana, Ariana... -respondió la voz en tono reprobatorio-, parece que estás enfadada. Ahora ya sabes cómo van a sentirse tus víctimas cuando se enteren de lo que has estado haciendo, de cómo has invadido su intimidad...

-Le he preguntado qué es lo que quiere -lo interrumpió Ariana.

-Justicia, ya te lo he dicho -la voz se volvió seria-. Hay algo para ti en la portería. Ve a buscarlo. Volveré a llamarte dentro de veinte minutos.

-No pienso ir a ningún... -antes de que hubiera acabado la frase, el desconocido ya había colgado.

Una chica mala ➡️ Harry Styles ✔Where stories live. Discover now