XLV

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-Veamos. Íbamos tarde porque Gigi no me dejaba ponerle la correa. Habitualmente a las seis y cinco ya estamos en la calle, pero esta mañana eran casi y cuarto.

Harry vio acercarse el vehículo oficial de Louis.

-Por favor, señor Guzman, ¿vio usted algo?

-Sólo una limusina negra aparcada que arrancaba para irse. Aceleró demasiado rápido y dejó marcado el asfalto. Eso va fatal para los neumáticos.

«Abruzzi tiene una limusina negra», pensó Harry.

-¿Pudo usted ver quién había en el interior del coche? ¿Vio la matrícula?

-No -negó el vecino con la cabeza-, lo siento. Tenía las ventadas tintadas y yo no tenía ninguna razón para fijarme en la matrícula.

El Plymouth de Louis se acercó hasta el lugar en el que estaban y aparcó.

-Muchas gracias, señores Guzman. Han sido de gran ayuda.

-La encontrará, ¿verdad? -preguntó Lois.

-La encontraré. Se lo prometo.

Harry abrió la puerta del coche y se sentó en el asiento de delante. Louis aceleró antes de que él hubiera cerrado la puerta.

-¿Has descubierto algo? -preguntó Harry al tiempo que se abrochaba el cinturón de seguridad.

-Anoche hubo un gran concierto de rock en el American Airlines Center. -Louis giró hacia el carril rápido del centro y continuó-: Como en teoría Abruzzi estaba fuera, se llevaron a los chicos de vigilancia a ayudar a controlar a la gente del concierto. Según, consta, el puesto estará sin vigilancia hasta las nueve de esta mañana.

-¡Maldita sea! El cabrón se ha llevado a Ariana en plena calle. Su vecino ha visto una limusina negra salir acelerando de aquí aproximadamente a la misma hora.

-Vamos a encontrarla. Sabes que vamos a encontrarla -Louis lo miró hasta que Harry se volvió hacia él.

-Ya sé que vamos a encontrarla, lo que me preocupa es cómo vamos a encontrarla.

Cogió el teléfono para llamar a la capitana Torres. Pensó que si sabían que Abruzzi iba en la limusina, podrían lanzar una señal de aviso por radio y emplear las cámaras de tráfico para dar con él.

Durante el mes que la unidad de operaciones había estado observándolo, Abruzzi había llevado una vida muy comedida. Había estado en unos diez lugares distintos, siempre los mismos: su apartamento, su despacho, un par de bares en Deep Ellum, una casa en el barrio de Oak Cliff en la que se celebraban unas juergas tremendas y los casinos de Shreveport. Puede que se hubiera llevado a Ariana a la casa que tenía en el sur de Dallas. Podían llegar allí en veinte minutos.

Louis interrumpió sus pensamientos.

-Salimos a la carretera setenta y cinco, ¿qué dirección tomo?

-Ve hacia el sur -respondió Harry -. Vamos a comprobar si está en la casa de la zona de Harlandale.

-Esta bien. Puede que para cuando lleguemos Torres tenga ya alguna señal del móvil de Ariana.

*****

Ariana estaba cada vez más desesperada. Habían abandonado la autopista y ahora circulaban por una carretera regional. A nadie se le ocurriría buscarla por allí. Necesitaba un plan, pero ¿cuál? Sin contar con la debilucha de Lena, se enfrentaba a cuatro hombres.

«Tengo que centrarme en entretenerlo el mayor tiempo posible. Harry me encontrará. Sé que lo hará», se dijo.

-Estás muy callada, Ariana -comentó Abruzzi con voz susurrante-. ¿Te aburrimos? A lo mejor deberíamos tratar de entretenerte. -Se volvió hacia la chica que tenía al lado-: Lena, Ariana está aburrida. Hazle una mamada a Gordon.

Ariana se quedó boquiabierta y el matón que tenía a su izquierda se revolvió. Sin mediar palabra, la chica se levantó, se acercó al ex marine y se agachó frente a él. El tipo separó las piernas y ella se arrodilló a sus pies e hizo el ademán de bajarle la cremallera, pero él le apartó las manos.

Mientras Ariana observaba horrorizada, él se desabrochó el pantalón y se sacó la polla, que sólo estaba semierecta.

Aunque miró a otro sitio de inmediato, la visión de Abruzzi y del tipo del mareo sonriendo lascivamente ante la escena que se desarrollaba delante de ellos resultaba tan desagradable como la de Lena y Gordon.

Ariana cerró los ojos y empezó a rezar.

-¡Ariana! -la voz de Abruzzi sonó como un latigazo-. Abre los ojos y mira, si no quieres que te folle aquí mismo. -Ella abrió los ojos y Abruzzi continuó hablando, en un tono más suave-. Después de todo, Lena está actuando para ti. Fíjate en su técnica. Te vendrá bien para luego.

Ariana se volvió lentamente para mirar a la chica. Lena apoyaba las manos sobre los muslos del tipo mientras se entretenía en lamerle la polla. Gordon la miraba con los ojos algo dispersos y mantenía los puños en sus costados. El miembro estaba ahora completamente erecto y su respiración cada vez era más ruidosa.

-Ya lo has entretenido bastante, Lena. Mámasela.

Ariana nunca había sentido tantas ganas de partirle a alguien la cara como en ese momento. Hubiera querido golpear a Abruzzi. Aquella arrogancia, aquella voz exigente, esa expresión de sorna... Lo odiaba.

Lena no dio señales de haberlo escuchado, sin embargo, se introdujo el miembro de Gordon en la boca con la mano derecha. El matón empezó a dar empellones al tiempo que cogía a la chica por el cabello para mantenerla quieta.

«Sólo la emplea como receptáculo para su semen. -Ariana tenía la piel de gallina-. Esto es horrible.»

El olor a sexo impregnaba el interior del coche y sintió ganas de vomitar. Consciente de que aquella escena mantenía excitado a Abruzzi, mantuvo los ojos fijos en Lena. No quería darle una razón para que centrara su atención en ella.

Gordon movía las caderas a un ritmo frenético. Los sonidos pringosos que la chica emitió al tragar quedaron ahogados por el grito contenido del matón, cuyo cuerpo quedó como congelado antes de desplomarse contra el respaldo del asiento.

Lena continuó chupando y tragando unos segundos más antes de retirarse de la polla, ya flácida. Luego miró a Abruzzi «para buscar su aprobación», pensó Ariana.

El mafioso se dio unas palmaditas en el muslo y Lena volvió para arrodillarse frente a él. El delgadísimo cuerpo de la chica rozó las piernas de Ariana que necesitó de toda su fuerza de voluntad para no encogerse al contacto con aquella joven sumisa.

-Buena chica -la felicitó Abruzzi, de nuevo como si le hablara a un perro. Luego le acarició el cabello sin prestarle demasiada atención mientras observaba la cara de Ariana, que se mantuvo impávida para evitar mostrarle cuánto la había afectado aquello.

-¿Te hemos entretenido, Ariana? Espero que hayas tomado nota. Antes de esta noche, voy a tenerte sirviéndonos a mí... y a mis hombre

Una chica mala ➡️ Harry Styles ✔Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt