XXXIII

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-Pareces una diosa pagana, con la piel tan blanca y tan suave... No deberías taparte nunca, todo el mundo debería tener derecho a verte tal y como te estoy viendo yo ahora mismo.

A pesar del frío del hielo, Ariana se sintió invadida por una oleada de calor que se extendió hasta el ombligo y los senos. Las extremidades perdieron su fuerza y se le hicieron extrañas, como si ya no pudiera dominarlas.

Aunque se fiaba de Harry, sentirse tan indefensa le resultaba un poco aterrador. Si él se marchaba en esebmomento del piso, ella se quedaría allí hasta que... hasta que mandaran a alguien del trabajo a ver si pasaba algo cuando no apareciera por la oficina el lunes por la mañana. O hasta que se pusieran en contacto con la persona cuyos datos había facilitado al rellenar el formulario de solicitud de empleo para los casos de urgencia... «¡Dios mío: mamá!»

La idea de que fuera su madre quien la encontrara de esa forma, desnuda y atada, le resultaba demasiado horrible como para planteársela. Apartó aquel pensamiento de su mente y se centró en escuchar.

¿Qué hacía Harry ahora?

Un cambio en las corrientes de aire hizo que cayera en la cuenta de que se había arrodillado delante de ella.

Primero le colocó las manos en la parte interna de los muslos y le separó aún más las piernas, y luego hizo lo mismo con los labios de su sexo. Ariana se quedó esperando, convencida de que iba a empezar a

M acariciarle el clítoris. Enseguida notó la calidez de sus labios sobre su sexo.

-¡Oh...! -gimió antes de gritar-: ¡Ay! -el tacto inesperado de un cubito de hielo en el clítoris la llevó a separarse de Harry de un salto.

Él sabía que reaccionaría así. Le recogió las nalgas con una mano y la acercó de nuevo mientras, con la otra, volvía a localizar el punto de placer. Ariana experimentó de nuevo la calidez de su lengua. Alerta ahora, permaneció tensa a la espera de que abriera la boca para rozarle el maldito hielo. No tuvo que esperar mucho. Los labios de Harry se retiraron y a continuación notó el frío del cubito medio derretido entre los labios de su sexo.

Como esta vez ya lo esperaba, Ariana no dio un salto al notar la gélida presión. Él contó hasta tres antes de volver a besarle el clítoris.

Ariana comprendió entonces el ritmo que Harry quería marcar, y se relajó. Calor, frío. Frío, calor. El contraste era... estimulante. Calor, frío. Frío, calor. Empezó a mecerse adelante y atrás en un movimiento que contrarrestaba el de la boca de Harry. La temperatura de su sexo aumentó y él pareció percibirlo a juzgar por el sonido del hielo que dejó caer en la bañera. Retomó de inmediato la tarea de lamerle y succionarle el clítorisbcon avidez. Con sus enormes manos le masajeó los glúteos mientras empleaba la lengua para juguetear con el pequeño pliegue superior de los labios de su vulva.

Ariana comenzó a jadear al tiempo que le apretujaba el pubis contra la cara. El clítoris, ya completamente erecto, sobresalía como si se tratara de un minúsculo pene que Harry se introdujo en la boca. Ariana tiró de las esposas, agitada por el orgasmo.

Él tensó los brazos al abrazarla por las caderas justo cuando ella perdía el control de las piernas. En aquella posición, con las manos enganchadas, y sostenida por el abrazo de Harry, resultaba imposible que se cayera.

Durante el tiempo que duró la explosión de placer, cegada por los chispazos, Ariana se contrajo arropada por Harry antes de dejar caer la cabeza con todo su peso.

Ariana no fue del todo consciente de que Harry le retiraba las pinzas y abría las esposas. Se dejó caer sobre él, que la cogió en brazos y la trasladó hasta el dormitorio, la depositó en la cama y le retiró la venda.

Una chica mala ➡️ Harry Styles ✔Where stories live. Discover now