XXVI

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-Pero, ¿qué ha...? -Harry se quedó mirándola boquiabierto.

Ella le dedicó una sonrisa.

-Sólo estoy devolviéndote el favor. Te debo un orgasmo.

Entonces Ariana enrolló la toalla de felpa a modo de cojín y se la colocó bajo las rodillas.

Libre de su envoltorio, había quedado totalmente desnuda y a los pies de Harry.

-¡Dios, nena...! -dijo él con la respiración marcada mientras se inclinaba hacia ella.

Ariana lo detuvo con un gesto.

-No. Ahora me toca a mí hacerte disfrutar -dijo, y empezó a acariciarle el bulto que se había formado en sus vaqueros y que, de inmediato, empezó a crecer. La mirada perpleja de Harry la hizo reír.

-Te gusta, ¿eh? -bromeó antes de bajarle la cremallera de los pantalones.

El pene apareció como una roca, dispuesto en el agresivo ángulo agudo que formaba con su cuerpo y brillante como una pieza de mármol de Carrara a la tenue luz que iluminaba el balcón.

Blanquecina, recubierta de venas de tono más oscuro que la recorrían desde la base hasta la punta, la polla parecía enorme. La erección había retirado el prepucio, de modo que el miembro aparecía desnudo. Ariana descubrió una gota de líquido seminal a punto de caer de la punta en forma de seta, y la recogió con la lengua. Sabía salada y ofrecía una textura viscosa.

-¡Dios...! -dejó escapar Harry.

Ariana rió y se inclinó hacia delante. Abrió la boca y se introdujo la punta del pene en la boca.

Lamió la raja hasta que vio brotar una nueva gotita, lubricó la cabeza del miembro con la lengua antes de sacársela de la boca y chupó de nuevo la abertura, aunque esta vez por la parte inferior.

Harry temblaba y se balanceaba sobre Ariana, que, al acordarse del placer que él le había proporcionado media hora antes, se sentía encantada de poder corresponderle.

Aunque ya les había hecho mamadas a otros chicos antes, nunca lo había disfrutado. Pero en esta ocasión parecía diferente. Harry resultaba tan excitante y tan generoso en la cama que le apetecía ofrecerle lo mismo.

Alternó los lametazos con los movimientos de succión y se concentró en la cabeza hinchada del pene.

Harry la agarró del cabello con las dos manos para tirar de ella hacia sí y clavársela más. Ella se resistió y alejó la cara para extraerse el miembro.

-Todavía no, encanto. Aún no estás listo.

Convencida de que iba a regalarle la mejor mamada de su vida, Ariana le levantó la polla y la lamió por debajo desde la punta hasta la base. A Harry se le tensó el cuerpo hasta tal punto que ella pudo notar la contracción de los músculos.

-Nena, me estás matando -murmuró él.

Encantada de pillarlo desprevenido por una vez, continuó aplicándole aquel dulce tormento. El miembro permanecía erecto y en dirección hacia el techo, de modo que Ariana tenía acceso a los testículos. Inclinó la cabeza y se acercó para empujar suavemente con la nariz los sacos recubiertos de vello mientras aspiraba su aroma almizclado y ligeramente amargo. Se introdujo una de las bolas en la boca y jugueteó con ella antes de atraparla con los dientes.

-Ten cuidado... -la voz de Harry sonó ronca.

Ariana separó los labios y movió la lengua alrededor del testículo para aliviarlo. Luego, mientras le rascaba delicadamente el interior de los muslos con la mano izquierda, trató de registrar todos aquellos datos en la memoria: la sensación era de extrañeza, al tacto resultaba áspero y blando, y el sabor era inconfundible.

La respiración de Harry iba aumentando los intervalos y era entrecortada.

-Chúpamela, por favor -rogó.

Ariana le liberó el testículo y elevó la cabeza en busca del pene que tan desesperadamente la reclamaba. Sonrió y agarró el miembro que asomaba protuberante. Había llegado el momento de poner fin a los juegos.

Abrió la boca y se metió la polla hasta el fondo. Harry rugió de placer cuando casi rozaba la agonía.

-¡Sí...!

Ariana mantuvo la mano derecha en la base del pene para evitar que Harry le introdujera el pene hasta la garganta.

Tenía la polla tan larga y tan gruesa que le asustaba la idea de ponerse a toser si se la chupaba demasiado deprisa.

Comenzó muy lentamente y fue adquiriendo velocidad poco a poco mientras retiraba y acercaba, cada vez más, la cabeza. Podía oír por encima de ella la respiración forzada y los apagados gemidos de Harry, que movía las caderas ansioso por acelerarlo todo. Ariana se negó a que él le marcara el ritmo e insistió en prolongarle aquel delirio.

El pene empezó a derramar jugos que ella succionó y tragó con lascivia antes de cambiar a una postura que le permitiera introducirse el miembro al máximo, hasta que notó que la punta le golpeaba la garganta. Consciente de que ella misma se encontraba al límite, redujo la presión de la base de la polla con la intención de que Harry pudiera terminar.

Él empujó con ganas, cada vez más rápido. Se balanceó adelante y atrás, más y más deprisa en cada empellón. Jadeaba sin control.

Ariana se concentró en respirar por la nariz y empezó a coger aire rápidamente cada dos mamadas. Sabía que Harry estaba a punto de correrse y decidió centrarse en estar lista para cuanto él explotara.

El orgasmo que llegó fue repentino y violento. Harry se quedó rígido, dio un grito inarticulado y expulsó todo su semen. Ariana tragó la leche que le llenaba la boca y se desbordó por las comisuras de los labios. Se retiró un poco para tratar de crear más espacio en la garganta: quería ingerir hasta la última gota.

Por encima de ella, Harry rugió mientras continuaba balanceándose. Tensó los puños, aún aferrados a la cabellera de Ariana, justo antes de estirarse animado por los últimos temblores del clímax.

Al notar que el pene se reducía en su boca, Ariana lo liberó y se lamió los labios. Se sentó sobre los talones y se quedó mirando a Harry, que mantenía los ojos cerrados y continuaba resollando como un perro acalorado.

-Eh, ¿estás bien?

Él abrió los ojos y le dedicó una sonrisa atontada.

-No he estado mejor en mi vida -dijo sacudiendo la cabeza-. ¡Madre mía! ¿Dónde has aprendido a hacer eso?

Ariana no pudo controlar la risa.

-Quería que disfrutaras y parece que lo he conseguido.

Harry retrocedió unos pasos hasta que se apoyó en el murete del balcón.

-Bueno, así ya sé que estoy sanísimo.

-¿Cómo?

-Sí, si no lo estuviera, habría muerto hace un rato ya. Casi consigues que me reviente la cabeza.

Ariana recogió el albornoz que tenía aún bajo las rodillas y se cubrió con él antes de permitirle a Harry que la ayudara a levantarse. Una vez de pie, se alisó la tela a la altura de las caderas y luego se inclinó para besar a Harry en los labios.

-Ahora estamos empatados.

Él sonrió.

-Así que se trataba de eso, ¿eh?

Ariana apoyó la cabeza en su hombro.

-Eso es, devolvértelo es jugar limpio.

-Vamos dentro anda, estás tiritando otra vez -Harry señaló con la cabeza la puerta de cristal.

-No te olvides de recoger los vasos, no quiero que se caigan y maten a alguien -pidió Ariana.

Él se volvió para cogerlos de la cornisa y luego entró en el piso. Una vez que estuvieron dentro, Ariana cerró con llave el balcón y él llevó los vasos a la cocina y los lavó.

-¿Puedes quedarte esta noche? -le preguntó ella, tratando de evitar que la voz delatara las ganas terribles que tenía de pasar la noche con él.

-Claro -afirmó Harry con una sonrisa de soslayo hacia ella-. Aún no hemos follado en la cama y me muero por probarlo.

Una chica mala ➡️ Harry Styles ✔Where stories live. Discover now