XXVII

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Ariana se sintió tan aliviada que tuvo que cerrar los ojos para disimular la emoción. No tenía prisa por marcharse. Quería dormir con ella, como un novio de verdad y no como un ligue de una noche.

Cuando volvió a mirar, vio que Harry se dirigía a la nevera.

-¿Tienes algo de comer? No he cenado.

Abrió la puerta y empezó a buscar.

-¿Y por qué no has cenado?

Harry se detuvo un instante y asomó la cabeza para contestar sonriente:

-Estaba demasiado nervioso como para comer. Podría decirse que atravesaba una crisis de cargo de conciencia.

-¿Una qué?

-Estaba volviéndome loco al tratar de convencerme de que ambos estaríamos mejor si no volvía a llamarte.

-¿Por qué? -quiso saber ella, tras recordar todo lo que ella misma había sufrido en aquellos cuarenta minutos hasta que por fin había sonado el teléfono.

Harry se irguió y se encogió de hombros.

-Bueno, aunque sabía de sobra que lo que estaba haciendo no estaba bien, me resultaba imposible distanciarme de ti.

Ariana se sintió atravesada por un arco iris de felicidad y tuvo la sensación de que notaba una gran fiesta de colores en su interior. Aunque abrió la boca para hablar, no logró emitir sonido alguno. Lo intentó una segunda vez y todo lo que le salió fue:

-¿Cómo quieres que te prepare los huevos?

Harry sirvió unas bebidas mientras Ariana hacía la cena, que consistió en unas tortillas de jamón y queso con tostadas de centeno. Estaban acomodados en el pequeño comedor de la casa y ella seguía descalza y envuelta en el albornoz. La conversación parecía fluir sin problemas. Él se mostraba dispuesto a hablar por primera vez y eran muchas las cosas que Ariana quería saber. Le explicó que había pasado su niñez en Londres, que sus padres aún vivían y que tenía una hermana. También le contó cómo había ingresado en la carrera militar y había acabado siendo un policía nacional.

Con todo, Harry no permitió que la conversación se centrara sólo en él y, a su vez, fue preguntando con delicadeza hasta enterarse de que el ex novio de Ariana, Aidan, se había convertido en su futuro cuñado y de cómo había comenzado lo de espiar a los vecinos.

-La primera vez que espié a alguien fue la noche en que acababa de volver de la fiesta de compromiso de Daiana y Aidan, hace unos tres meses.

-¿De dónde sacaste el telescopio?

-Bueno, la verdad es que lo tengo desde que iba al instituto. Lo guardaba en el armario - explicó con la mirada fija en el plato vacío-. Cuando venía en coche de vuelta a casa, escuché por la radio que aquella noche se verían tres planetas. Me sentía tan triste que al llegar saqué el telescopio con la intención de distraerme un poco. Mientras lo montaba me fijé en que el dominador, bueno, en que Abruzzi, estaba follando con una de sus sumisas. Sin haberlo previsto, ése fue el momento en que comencé mi carrera de voyeur.

-Querrás decir de voyeuse, en femenino, que eres mujer -corrigió Harry.

Ariana quiso explicarse; por alguna razón le importaba que él lo comprendiera.

-No me dedicaba a espiar sólo a la gente que estaba en la cama. También observaba a otras personas, como la señora del cabello azul, el señor Hudson y la esquelética. En realidad, al final mi intención era asegurarme de que estaban bien.

Harry se acercó a ella.

-Lo de la señora del cabello azul lo entiendo, debe de ser una anciana, pero cuéntame qué ocurre con el señor Hudson y con la esquelética.

Ariana se puso de pie, recogió su plato y sus cubiertos.

-El señor Hudson es un señor mayor muy apuesto que me recuerda a Rock Hudson. Aunque ha invitado a unos chicos jóvenes a su casa un par de veces, pasa la mayor parte del día solo y parece tan falto de compañía... -se detuvo para recoger el plato de Harry.

Una chica mala ➡️ Harry Styles ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora